Un mundo de ILUSIONES

Este lugar es habitado por las niñas y los niños perdidos liderados por el héroe o quizás heroína, Peter Pan. La población de dicho país agrupa también a temibles piratas como el Capitán Garfio y salvajes indios. Otros tipos de seres como el hada, Campanilla y el Cocodrilo que se llevó la mano del Capitán Garfio habitan este lugar donde el tiempo no avanza y las aventuras predominan por cualquier rincón. De acuerdo con la leyenda, si alguien desea llegar a este lugar deberá de girar la segunda estrella a la derecha, volando hasta el amanecer.

domingo, 31 de enero de 2010

Como un lápiz

El niño y el lápiz.
Un niño miraba a su abuelo mientras escribía una carta y en un momento dado, el niño le preguntó:
– ¿Estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos? ¿Es, quizá, una historia sobre mí?
El abuelo dejó de escribir, sonrió y le dijo a su nieto:
– Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando para escribirlas. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.
El niño miró el lápiz, intrigado, y no vio nada de especial.
– ¡Pero si es igual a todos los lápices que he visto en mi vida!
– Todo depende del modo en que mires las cosas. En él hay cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán de ti una persona feliz y en paz con el mundo:
Primera cualidad: puedes hacer grandes cosas, pero nunca olvides que existe una mano que guía tus pasos.
Segunda: de vez en cuando hace falta dejar de escribir y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final está más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán una mejor persona.
Tercera: el lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.
Cuarta: lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.
Y finalmente, la quinta cualidad: el lápiz siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida dejará trazos, e intenta ser consciente de cada acción.
(Anónimo)

sábado, 30 de enero de 2010

Una parte de la razón…

LOS TRES SABIOS/LOS TRES CIEGOS
Había una vez tres sabios. Y eran muy sabios. Aunque los tres eran ciegos. Como no podían ver, se habían acostumbrado a conocer las cosas con solo tocarlas. Usaban de sus manos para darse cuenta del tamaño, de la calidad y de la calidez de cuanto se ponía a su alcance.
Sucedió que un circo llegó al pueblo donde vivían los tres sabios que eran ciegos. Entre las cosas maravillosas que llegaron con el circo, venía un gran elefante blanco. Y era tan extraordinario este animal que toda la gente no hacía más que hablar de él.
Los tres sabios quisieron también conocer al elefante. Se hicieron conducir hasta el lugar donde estaba y pidieron permiso para poder tocarlo. Como el animal era muy manso, no hubo ningún inconveniente para que lo hicieran.
El primero de los tres estiró sus manos y tocó a la bestia en la cabeza. Sintió bajo sus dedos las enormes orejas y luego los dos tremendos colmillos de marfil que sobresalían de la pequeña boca. Quedó tan admirado de lo que había conocido que inmediatamente fue a contarles a los otros dos lo que había aprendido. Les dijo:
- El elefante es como un tronco, cubierto a ambos lados por dos frazadas, y del cual salen dos grandes lanzas frías y duras.
Pero resulta que cuando le tocó el turno al segundo sabio, sus manos tocaron al animal en la panza. Trataron de rodear su cuerpo, pero éste era tan alto que no alcanzaba a abarcarlo con los dos brazos abiertos. Luego de mucho palpar, decidió también él contar lo que había aprendido. Les dijo:
- El elefante se parece a un tambor colocado sobre cuatro gruesas patas, y está forrado de cuero con pelo para afuera.
Entonces fue el tercer sabio, y agarró el animal justo por la cola. Se colgó de ella y comenzó a hamacarse como hacen los chicos con una soga. Como esto le gustaba a la bestia, estuvo largo rato divirtiéndose en medio de la risa de todos. Cuando dejó el juego, comentaba lo que sabía. También él dijo:
- Yo sé muy bien lo que es un elefante. Es una cuerda fuerte y gruesa, que tiene un pincel en la punta. Sirve para hamacarse.
Resulta que cuando volvieron a casa y comenzaron a charlar entre ellos lo que habían descubierto sobre el elefante no se podían poner de acuerdo. Cada uno estaba plenamente seguro de lo que conocía. Y además tenía la certeza de que sólo había un elefante y de que los tres estaban hablando de lo mismo, pero lo que decían parecía imposible de concordar. Tanto charlaron y discutieron que casi se pelearon.
Pero al fin de cuentas, como eran los tres muy sabios, decidieron hacerse ayudar, y fueron a preguntar a otro sabio que había tenido la oportunidad de ver al elefante con sus propios ojos.
Y entonces descubrieron que cada uno de ellos tenía razón. Una parte de la razón. Pero que conocían del elefante solamente la parte que habían tocado. Y le creyeron al que lo había visto y les hablaba del elefante entero.
(Anónimo)

jueves, 28 de enero de 2010

LOS TRES LEONES.
En una selva vivían tres leones. Un día el mono, el representante electo por los animales, convocó a una reunión para pedirles una toma de decisión.
Todos nosotros-dijo el mono- sabemos que el león es el rey de los animales, pero tenemos una gran confusión: En la selva existen tres leones y los tres son muy fuertes. ¿A cuál de ellos debemos rendir obediencia? ¿Cuál de ellos deberá ser nuestro Rey? Los leones supieron de la reunión y comentaron entre sí: -Es verdad, la preocupación de los animales tiene mucho sentido. Una selva no puede tener tres reyes. Luchar entre nosotros no queremos ya que somos muy amigos... Necesitamos saber cual será el elegido, pero, ¿Cómo descubrirlo? Otra vez los animales se reunieron y después de mucho deliberar, le comunicaron a los tres leones la decisión tomada:
-Encontramos una solución muy simple para el problema, y decidimos que ustedes tres van a escalar la Montaña Difícil. El que llegue primero a la cima será consagrado nuestro Rey. La Montaña Difícil era la más alta de toda la selva. El desafío fue aceptado y todos los animales se reunieron para asistir a la gran escalada.
El primer león intentó escalar y no pudo llegar. El segundo empezó con todas las ganas, pero, también fue derrotado. El tercer león tampoco lo pudo conseguir y bajó derrotado. Los animales estaban impacientes y curiosos; si los tres fueron derrotados, ¿Cómo elegirían un rey?
En este momento, un águila, grande en edad y en sabiduría, pidió la palabra:
-¡Yo sé quien debe ser el rey! Todos los animales hicieron silencio y la miraron con gran expectativa.
-¿Cómo?, preguntaron todos. -Es simple... dijo el águila. Yo estaba volando bien cerca de ellos y cuando volvían derrotados en su escalada por la Montaña Difícil escuché lo que cada uno dijo a la Montaña.
El primer león dijo: - ¡Montaña, me has vencido!
El segundo león dijo: - ¡Montaña, me has vencido!
El tercer león dijo: - ¡Montaña, me has vencido, por ahora! Pero ya llegaste a tu tamaño final y yo todavía estoy creciendo.
La diferencia, completó el águila, es que el tercer león tuvo una actitud de vencedor cuando sintió la derrota en aquel momento. Los animales aplaudieron entusiasmadamente al tercer león que fue coronado El Rey de los Animales.
(Anónimo)

miércoles, 27 de enero de 2010

La sabiduría no está siempre en los títulos académicos

EL LIMPIA PARABRISAS
Eran cerca de las siete de la noche
Hacía algunos minutos había dejado a mi novia en su casa. El alto me tocó en el semáforo de Plásticos Róbelo.
Una persona caminó hacia el vehículo e inmediatamente puse el seguro. Era un joven con el rostro sucio que blandía en su mano derecha un trapo pretendiendo limpiar el parabrisa... Dije que no sin mucho entusiasmo. El insistió y mi paciencia se agotó, sentí que la sangre se me subía a la cabeza y baje el vidrio de mi ventana y encaré al joven casi gritándole: ¡Ya te dije que no!.
La primera apariencia que me dio fue hule pega, sin embargo al fijarme detenidamente en su rostro observé que estaba sucio, pálido y con una expresión de tristeza. Con ese trapo tan sucio dije más bien me vas a ensuciar el vidrio.
Él bajo su cabeza y guardó silencio. La actitud humilde del joven me impactó.
Me sentí incomodo y para tratar de suavizar la situación le dije: Por que no te compras una palita limpia vidrios y así das un buen servicio. Es que no tengo dinero respondió con voz suave que parecía un murmullo. Bueno pues ahorra y cómprate uno le respondí. Levantó los ojo y me dijo: Esta bien señor.
El incidente, quizás por ser algo tan frecuente en nuestra capital, se me olvido. Pasó el tiempo y una noche, en el mismo semáforo un joven con el cabello al viento y con una sonrisa contagiosa se me acercó alegremente y me preguntó: Ahora si señor me deja limpiarle el vidrio.
El joven lucía radiante, como si un rayo de felicidad iluminara su vida. Quedé unos instantes impávido, hasta que logré reconocerlo. Era el mismo joven de aquel incidente.
Ahora estaba limpio y blandía en su mano derecha una palita de esa con que limpian vidrios.
Mire Don, agregó el joven, le hice caso, ahorré y me compré mi limpiador, ahora me va muy bien. Una carcajada brotó desde mi corazón, era la exhumación de culpa por mi altanería de algunos meses atrás. Por su puesto respondí y el joven de forma eficiente limpió el parabrisa. Le pagué por sus servicios y el agradeció gentilmente.
En la noche repasé los acontecimientos. Ese joven no tenía recursos ni esperanzas. Pero la necesidad y la voluntad de salir adelante bastaron para asirse de una posibilidad: cambiar su trapo sucio por un instrumento más eficaz y así mejorar sus ingresos. Se esforzó y lo logró.
Cuántas veces, me pregunté, muchos de nosotros con más recursos y más estudio, nos hundimos en el desánimo y caemos en el abandono y negligencia.
Ese joven sencillo, pobre y quizás analfabeto me mostró, con su ejemplo, la luz que muchas veces necesitamos para ver en medio de la oscuridad del desánimo y la desesperación para volver a intentarlo de nuevo, para innovar la fe en nosotros mismos y levantarnos con el éxito, con la victoria.
Autor Desconocido

martes, 26 de enero de 2010

Hay instantes mágicos

Podemos creer que todo lo que la vida nos ofrecerá mañana es repetir lo que hicimos ayer y hoy.
Pero si prestamos atención, percibiremos que ningún día es igual a otro.
Cada mañana trae una bendición escondida; una bendición que solo sirve para este día y que no puede guardarse o desaprovecharse.
Si no usamos ese milagro hoy, se perderá.
Este milagro está en los detalles de lo cotidiano; es preciso vivir cada minuto porque allí encontramos la salida de nuestras confusiones, la alegría de nuestros buenos momentos, la pista correcta para la decisión que ha de ser tomada.
No podemos dejar nunca que cada día parezca igual al anterior porque todos los días son diferentes.
Presta atención a todos los momentos, porque la oportunidad, el "instante mágico", está a nuestro alcance.

Paulo Coelho

lunes, 25 de enero de 2010

La vida es sueño


SEGISMUNDO: Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos;
y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
de estas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Pedro Calderón de la Barca.- La vida es sueño

domingo, 24 de enero de 2010

A veces, no nos damos cuenta de las cosas buenas que tenemos

UNA CASA EN VENTA

El dueño de un pequeño negocio, amigo del gran poeta Olavo Bilac, cierto dia lo encontró en la calle y le dijo:

–Sr. Bilac, necesito vender mi casa, que usted tan bien conoce. ¿Me podría redactar un anuncio para el periódico?

Olavo Bilac tomó lápiz y papel y escribió:

–Se vende encantadora propiedad, donde cantan los pájaros al amanecer en las extensas arboledas. Rodeada por las cristalinas aguas de un lindo riachuelo. La casa, bañada por el sol naciente, ofrece la sombra tranquila de las tardes en la baranda."

Algunos meses después, el poeta se encontró con el comerciante, y le preguntó si ya había vendido la casa.

–No volví a pensar en eso, –dijo el hombre –. Después de leer el anuncio ¡me di cuenta de la maravilla que tenía!
(Anónimo)

sábado, 23 de enero de 2010

Dar y darnos esperanza

Dos hombres, ambos muy enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital.
A uno se le permitía sentarse en su cama cada tarde, durante una hora, para ayudarle a drenar el liquido de sus pulmones. Su cama daba a la única ventana de la habitación. El otro hombre tenía que estar todo el tiempo boca arriba. Los dos charlaban durante horas. Hablaban de sus mujeres y sus familias, sus hogares, sus trabajos, su estancia en el servicio militar, donde habían estado de vacaciones. Y cada tarde, cuando el hombre de la cama junto a la ventana podía sentarse, pasaba el tiempo describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver desde la ventana. El hombre de la otra cama empezó a desear que llegaran esas horas, en que su mundo se ensanchaba y cobraba vida con todas las actividades y colores del mundo exterior. La ventana daba a un parque con un precioso lago, patos y cisnes jugaban en el agua, mientras los niños lo hacían con sus cometas. Los jóvenes enamorados paseaban de la mano, entre flores de todos los colores del arco iris. Grandes árboles adornaban el paisaje, y se podía ver en la distancia una bella vista de la línea de la ciudad. Según el hombre de la ventana describía todo esto con detalle exquisito, el del otro lado de la habitación cerraba los ojos e imaginaba la idílica escena. Una tarde calurosa, el hombre de la ventana describió un desfile que estaba pasando. Aunque el otro hombre no podía oír a la banda, podía verlo, con los ojos de su mente, exactamente como lo describía el hombre de la ventana con sus mágicas palabras.
Pasaron días y semanas. Una mañana, la enfermera de día entró con el agua para bañarles, encontrándose el cuerpo sin vida del hombre de la ventana, que había muerto plácidamente mientras dormía. Se llenó de pesar y llamó a los ayudantes del hospital, para llevarse el cuerpo. Tan pronto como lo consideró apropiado, el otro hombre pidió ser trasladado a la cama al lado de la ventana. La enfermera le cambió encantada y, tras asegurarse de que estaba cómodo, salió de la habitación. Lentamente, y con dificultad, el hombre se irguió sobre el codo, para lanzar su primera mirada al mundo exterior; por fin tendría la alegría de verlo el mismo. Se esforzó para girarse despacio y mirar por la ventana al lado de la cama... y se encontró con una pared blanca. El hombre preguntó a la enfermera que podría haber motivado a su compañero muerto para describir cosas tan maravillosas a través de la ventana. La enfermera le dijo que el hombre era ciego y que no habría podido ver ni la pared, y le indico: "Quizás sólo quería animarle a usted".

Epílogo: Es una tremenda felicidad el hacer felices a los demás, sea cual sea la propia situación. El dolor compartido es la mitad de pena, pero la felicidad, cuando se comparte, es doble. Si quiere sentirse rico, sólo cuente todas las cosas que tiene y que el dinero no puede comprar. "Hoy es un regalo, por eso se le llama el presente".
(Anónimo)

viernes, 22 de enero de 2010

Complicaciones absurdas

UN HOMBRE, UNA CAÑA , UN RÍO,..."
Carta del 21 de enero:
Hoy he encontrado, junto al muelle, a un hombre que pasa hambre...

Carta del 8 de febrero:
¿ Recuerdas a aquel hombre del que te hablé? Raquel y yo hemos decidido acercarnos al muelle una vez al día y darle algo de pescado que comer.

Carta del 15 de febrero:
... Continuamos visitándole (...) con la comida diaria. Tememos, al mismo tiempo, que llegue el día en que no podamos acercarnos hasta allí y el hombre del muelle se quede sin su pez. Él nos lo agradeció. Sus mejillas empiezan a recuperar color. Lo vemos algo más fuerte. Alguna noche le hemos invitado a casa a cenar con la familia. Es bastante tímido (...)

Carta del 10 de marzo:
Raquel y yo hemos decidido comprarle una caña de pescar. Le pensamos regalar un manual, comprensivo y a todo detalle, sobre aparejos y técnicas de pesca. Raquel era una aficionada hace algunos años y se ha comprometido a pasar unos días a la semana para enseñar al hombre del muelle a pescar. Dicen que el río está lleno de peces. Nosotros creemos que en poco tiempo sabrá abastecerse de pescado. Podrá conseguir comida por su cuenta y quizá algún dinerillo con la venta de la pesca sobrante.

Carta del 23 de marzo:
Surgen los problemas. Al hombre del muelle de nada le ha servido aprender a pescar para prescindir de nosotros. Necesita una licencia y no sé que otros papeles para poder pescar peces del río. Los permisos cuestan un buen dinero y no tiene con que pagar. Hemos sabido que la explotación del río es exclusiva del municipio y no se puede pescar allí sin los dichosos papeles en regla.

Carta del 25 de marzo:
Más problemas: la policía local ha pillado al hombre del muelle pescando sin licencia y ahora se encuentra retenido. La fianza ( o la multa, que no me he enterado muy bien de qué va la cosa) no es muy barata que se diga. Vamos a intentar costeársela. La gente del pueblo va diciendo de él que ha intentado aprovecharse de la comunidad, que es un ladrón y que le está bien merecido (...)

Carta del 29 de abril:
Otra complicación, y esta parece grave. ¿Te conté que el hombre del muelle salió de prisión y se hizo con los permisos de pesca necesarios? Pues de nada le sirven: la fábrica de plásticos del pueblo, río arriba, ha contaminado las aguas y todos los peces del río han muerto. No queda ni uno y la visión resulta desoladora. Dicen que no volverá a haber pesca hasta dentro de diez años o así. La industria pagará una multa astronómica (de sobra se lo podrá permitir), adquirirá no se que filtros para residuos y seguirá produciendo (...).

Carta del 30 de abril:
(...) El hombre del muelle vuelve a pasar hambre.
(Anónimo)

jueves, 21 de enero de 2010

Cuando se Juzgan las apariencias

EL VESTIDO DE ALGODON BARATO
Una mujer en un desteñido vestido de algodón barato y su esposo, vestido con un raído traje, se bajaron del tren en Boston, y caminaron tímidamente sin tener una cita a la oficina de la secretaria de Presidente de la Universidad deHarvard.
La secretaria adivinó en un momento que esos venidos de los bosques, campesinos, no tenían nada que hacer en Harvard y probablemente no merecían estar en Cambridge.
"Desearíamos ver al presidente" dijo suavemente el hombre. "El estará ocupado todo el día" barbotó la secretaria.
"Esperaremos" replicó la mujer.
Por horas la secretaria los ignoró, esperando que la pareja finalmente se desanimara y se fuera. Ellos no lo hicieron, y la secretaria vio aumentar su frustración y finalmente decidió interrumpir al presidente, aunque era una tarea que ella siempre esquivaba.
"Tal vez si usted conversa con ellos por unos minutos, se irán" le dijo. El hizo una mueca de desagrado y asintió. Alguien de su importancia obviamente no tenía el tiempo para ocuparse de ellos, y el detestaba los vestidos de algodón barato y los raídos trajes en la oficina de su secretaria.
El presidente, con el ceño adusto y con dignidad, se dirigió con paso arrogante hacia la pareja. La mujer le dijo "Tuvimos un hijo que asistió a Harvard por solo un año. El amaba a Harvard. Era feliz aquí. Pero hará un año, murió en un accidente. Mi esposo y yo deseamos levantar un memorial para el, en alguna parte del campus" . El presidente no se interesó. El estaba en shock.
"Señora", dijo ásperamente, "no podemos poner una estatua para cada persona que asista a Harvard y fallezca. Si lo hiciéramos, este lugar parecería un cementerio." . "Oh no", explicó la mujer rápidamente. "No deseamos erigir una estatua. Pensamos que nos gustaría donar un edificio a Harvard"
El presidente entornó sus ojos. Echó una mirada al vestido de algodón barato y al traje raído, y entonces exclamó "Un edificio! ¿Tienen alguna remota idea de cuanto cuesta un edificio? Hemos gastado más de siete millones y medio de dólares en los edificios aquí en Harvard!"
Por un momento la mujer quedó en silencio. El presidente estaba feliz. Tal vez se podría deshacer de ellos ahora. La mujer se volvió a su esposo y dijo suavemente "¿eso es todo lo que cuesta iniciar una universidad? ¿Por qué no iniciamos la nuestra?" Su esposo asintió. El rostro del presidente se oscureció en confusión y desconcierto. El Sr. Leland Stanford y su esposa se pararon y se fueron, viajando a Palo Alto, California donde establecieron la universidad que lleva su nombre, la Universidad Stanford , en memoria de un hijo del que Harvard no se interesó.

HISTORIA VERDADERA por Malcolm Forbes

martes, 19 de enero de 2010

Lo que se aprende en libertad

LA OVEJA PERDIDA
Una oveja descubrió un agujero en la cerca y se escabulló a través de él. Estaba feliz de haber escapado. Anduvo errando mucho tiempo y acabó desorientándose.

Entonces se dio cuenta de que estaba siendo seguida por un lobo. Echó a correr y a correr..., pero el lobo seguía persiguiéndola.

Hasta que llegó el pastor, la salvó y la condujo de nuevo, con todo cariño, al redil.

Y a pesar de que todo el mundo le instaba a lo contrario, el pastor se negó a reparar el agujero de la cerca.

El canto del pájaro. Tony de Mello.

lunes, 18 de enero de 2010

Las prisas no siempre son buenas.

En un pequeño pueblo al lado del mar, vivía un hombre en una cabaña. Una mañana decidió ir a recolectar cocos. Así que se levantó temprano, cogió su caballo y se fue al lado de la playa, donde había muchas palmeras. Cuando llegó, vio que había tenido mucha suerte porque las palmeras estaban llenas de cocos. Con algunas dificultades subió a la que tenía más cerca y fue cogiendo los cocos que había en la copa. Cuando acabó con ésta, hizo lo mismo con la segunda palmera. Y así siguió hasta que tuvo una montaña muy grande de cocos. El hombre estaba muy contento porqué había conseguido muchos cocos. Los fue colocando sobre su montura, pero había tantos que casi no cabían y el pobre animal iba muy cargado.
Empezó a caminar hacia el pueblo, pero como no estaba muy seguro del camino que había tomado, decidió preguntar a un chico con el que se cruzó:
- Oye chico, ¿te puedo hacer una pregunta?- El joven, que parecía muy despierto, se paró y le contestó con una sonrisa:
- Claro.
- ¿Sabes cuánto tiempo tardaré en llegar al pueblo por este camino?
El chico miró al hombre y después a su caballo. Y tras pensar un momento respondió:
- Si vas lento, llegarás muy temprano. Pero si vas rápido, tardarás todo el día.
Y sin decir nada más siguió su camino.
El hombre se quedó muy extrañado con esa respuesta y no le creyó. Por eso decidió espolear a su caballo para ir más deprisa. Pero al cabo de pocos metros tuvo que parar. Con las prisas, los cocos que sobresalían le habían caído. Así que amarró al caballo y volvió a colocar los cocos en su sitio. Para recuperar el tiempo que había perdido, hizo que el caballo todavía fuese más rápido. Pero los cocos volvieron a caer, aún más deprisa que antes. Y así siguió una y otra vez todo el camino. Recogía los cocos, hacía ir más deprisa al caballo y volvían a caerse. Por eso, cuando llegó al pueblo ya era de noche.
Ya en su casa se lamentó de lo que le había costado volver y dio la razón al chico con el que se había cruzado. Si no hubiera ido con tantas prisas, los cocos no se le habrían caído y hubiera llegado mucho antes.
(Anónimo)

domingo, 17 de enero de 2010

Busca dentro de ti


Busca dentro de ti la solución de todos los problemas, hasta de aquellos que creas más exteriores y materiales. Dentro de ti está siempre el secreto, dentro de ti están todos los secretos.
Aún para abrirte camino en la selva virgen, aún para levantar un muro,
aún para tender un puente,
has de buscar antes en ti el secreto.
Dentro de ti hay tendidos ya todos los puentes, están cortadas dentro de ti las malezas y lianas que cierran los caminos. Todas las arquitecturas están ya levantadas, dentro de ti.
Pregunta al arquitecto escondido,
Él te dará sus formulas.
Antes de ir a buscar el hacha de más filo, la piqueta más dura,
la pala más resistente ...
entra en tu interior y pregúntale ...
Y sabrás lo esencial de todos los problemas y se te enseñará lo mejor de todas las formulas, y se te dará la más sólida de todas las herramientas.
Y acertarás constantemente, puesto que dentro de ti llevas la Luz misteriosa de todos los secretos ...
Amado Nervo

sábado, 16 de enero de 2010

Tropieza con la realidad, corre tras un sueño


El Reino de No Me Importa
Había una vez un pequeño reino que se llamaba Lolimburgo. El Rey Juan No, se casó con la princesa Cristina Me Importa. De esa unión nació el príncipe José No Me Importa. El Rey se llamaba Juan Porque se me Antoja y la Reina se llamaba Cristina Porque se me da la Gana.
...

...
Tanto los reyes como los súbditos hacían lo que se les antojaba cuando tenían ganas y nada les importaba. El reino estaba muy sucio ya que todos sus habitantes arrojaban la basura a la calle porque se les daba la gana. Era difícil caminar por las veredas entre restos de comida y cachivaches pero a nadie le importaba.
Los habitantes se bañaban cuando se les antojaba, pero como a nadie le importaba, estaban todos roñosos y con muy mal olor. Siempre estaban enfermos.
En la escuela. Los alumnos asistían a las clases solo cuando tenían ganas y estudiaban solo si se les antojaba, y como a la directora y a las maestras no les importaba, los alumnos eran burros e ignorantes.
Los comerciantes atendían cuando se les daba la gana y vendían lo que se les antojaba. Si alguien quería comprar papas y ellos no tenían ganas de venderla, la gente tenía que comprar mandarinas o lo que encontraran.
Los súbditos de Lolimburgo dormían cuando se les daba la gana, a veces de noche y a veces de día, y comían cuando se les antojaba. Desayunaban por la noche y cenaban al mediodía y no les importaba.
O sea que el Reino de Lolimburgo era un desastre.
Cuando el Príncipe José creció, se enamoró de la princesa Beatriz Si Me Importa del reino de Merynburgo.
Beatriz era una joven muy hermosa con larga cabellera dorada, y a ella todo le importaba. Le importaba el orden y la limpieza. Le importaba la cultura y la educación de su pueblo. Si quería comer papas pretendía que le vendieran papas. Beatriz tenía muchos pretendientes que deseaban enamorarla ofreciéndole costosos regalos.
El príncipe José sabía que iba a ser imposible conquistarla ofreciéndole el Reino de Lolimburgo, un reino sucio y desordenado y decidió pedirle ayuda a Beatriz para cambiar las horribles costumbres de sus súbditos.
Como Beatriz era muy inteligente decidió ayudarlo. Le propuso que dictara leyes muy estrictas y penas para los que no las cumplieran.
Horarios estrictos en las escuelas. Los niños estaban obligados a asistir. Limpios y con las tareas y los útiles ordenados. En caso contrario los padres serían severamente sancionados. La basura debía colocarse en basureros, nada de arrojar residuos a la vereda. Donde antes había basura, debían plantar árboles y flores.
Horarios estrictos para comerciantes y trabajadores, para que no durmieran cuando debían trabajar y no trabajaran cuando debían dormir.
Los comerciantes debían abrir en horarios estipulados y vender lo que se les pedía y no lo que se les daba la gana.
Al principio le costó mucho adaptar a los habitantes a las nuevas normas de urbanidad, pero pronto todos vieron las ventajas de las mismas.
Gracias a la limpieza había menos enfermedades, las calles ahora tenían flores en lugar de basura y todos disfrutaron con los cambios.
Los niños aprendieron a leer rapidamente.
Los comerciantes ganaron mucho dinero vendiendo más y mejor complaciendo a su clientela.. Todos los súbditos de Lolimburgo estaban felices.
El único que no era completamente feliz era José. Seguía enamorado de Beatriz. Ahora que tenía un hermoso reino para ofrecerle, decidió pedir su mano.
Beatriz Si me Importa, esperaba que llegara ese momento, le enamoraron los ojos azules de José y sus deseos de progreso para su pueblo. No tardó en decirle que si.
Se casaron en la Plaza de Lolimburgo, en presencia de todos los habitantes, que celebraron la boda con una fiesta que duró siete días.
José y Beatriz tuvieron seis hijos de ojos azules y vivieron muy felices.
Autor desconocido

viernes, 15 de enero de 2010

La naturaleza siempre nos da lecciones .

EL ÁRBOL MUERTO
Recuerdo que un invierno mi padre necesitaba leña, así que busqué un árbol muerto y lo corté. Pero luego, en la primavera, vi, desolado, que al tronco marchito de ese árbol le brotaron renuevos.
Mi padre entonces dijo:
— Yo estaba seguro de que ese árbol estaba muerto. Había perdido todas las hojas en el invierno. Hacía tanto frío, que las ramas se quebraban y caían como si no le quedara al viejo tronco ni una pizca de vida. Pero ahora advierto que aún alentaba la vida en aquel tronco.
Y volviéndose hacia mí, me aconsejó:
— Nunca olvides esta importante lección. Jamás cortes un árbol en invierno. Jamás tomes una decisión negativa en tiempo adverso. Nunca tomes las más importantes decisiones cuando estás en tu peor estado de ánimo. Espera. Sé paciente. La tormenta pasará. Recuerda que la primavera volverá.
Autor desconocido.
“No hay que tomar decisiones cuando el agua este turbia, mejor es dejarla reposar hasta que sea transparente”.

jueves, 14 de enero de 2010

Las cargas no tienen que estar siempre encima

Un hombre pobre caminaba pesadamente hacia su casa llevando un enorme saco de patatas.
Un carro tirado por un caballo se le acercó junto al camino, y el conductor lo invitó a subir. Después de subir, el hombre se sentó, pero siguió cargando el pesado saco.
Cuando el conductor le sugirió al hombre que colocara el saco en el suelo del carro, él contestó: "No le quiero dar muchos problemas, señor. Ya usted me está llevando a mí, así que yo llevaré las patatas."
"¡Qué tonto!" -pensamos. Y sin embargo, a veces hacemos lo mismo cuando intentamos llevar las cargas de nuestra vida y no descargarlas.
(Anónimo)

miércoles, 13 de enero de 2010

SÉ TÚ E INTENTA SER FELIZ ,PERO ANTE TODO SE TÚ...

"Lo siento, pero no quiero ser emperador. No es lo mío. No quiero gobernar o conquistar a nadie. Me gustaría ayudar a todo el mundo --si fuera posible--: a judíos, gentiles, negros, blancos. Todos nosotros queremos ayudarnos mutuamente. Los seres humanos somos así. Queremos vivir para la felicidad y no para la miseria ajena. No queremos odiarnos y despreciarnos mutuamente. En este mundo hay sitio para todos. Y la buena tierra es rica y puede proveer a todos. El camino de la vida puede ser libre y bello; pero hemos perdido el camino. La avaricia ha envenenado las almas de los hombres, ha levantado en el mundo barricadas de odio, nos ha llevado al paso de la oca a la miseria y a la matanza. Hemos aumentado la velocidad. Pero nos hemos encerrado nosotros mismos dentro de ella. La maquinaria, que proporciona abundancia, nos ha dejado en la indigencia. Nuestra ciencia nos ha hecho cínicos; nuestra inteligencia, duros y faltos de sentimientos. Pensamos demasiado y sentimos demasiado poco. Más que maquinaria, necesitamos humanidad. Más que inteligencia, necesitamos amabilidad y cortesía. Sin estas cualidades, la vida será violenta y todo se perderá. El avión y la radio nos han aproximado más. La verdadera naturaleza de estos adelantos clama por la bondad en el hombre, clama por la fraternidad universal, por la unidad de todos nosotros. Incluso ahora, mi voz está llegando a millones de seres de todo el mundo, a millones de hombres, mujeres y niños desesperados, víctimas de un sistema que tortura a los hombres y encarcela a las personas inocentes. A aquellos que puedan oírme, les digo: \"No desesperéis \". La desgracia que nos ha caído encima no es más que el paso de la avaricia, la amargura de los hombres, que temen el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará, y los dictadores morirán, y el poder que arrebataron al pueblo volverá al pueblo. Y mientras los hombres mueren, la libertad no perecerá jamás. ¡ Soldados! ¡ No os entreguéis a esos bestias, que os desprecian, que os esclavizan, que gobiernan vuestras vidas; decidles lo que hay que hacer, lo que hay que pensar y lo que hay que sentir ! Que os obligan ha hacer la instrucción, que os tienen a media ración, que os tratan como a ganado y os utilizan como carne de cañón. ¡ No os entreguéis a esos hombres desnaturalizados, a esos hombres-máquina con inteligencia y corazones de máquina ! ¡ Vosotros no sois máquinas ! ¡ Sois hombres ! ¡ Con el amor de la humanidad en vuestros corazones ! ¡ No odiéis ! ¡ Sólo aquellos que no son amados odian, los que no son amados y los desnaturalizados ! ¡ Soldados ! ¡ No luchéis por la esclavitud ! ¡ Luchad por la libertad ! En el capítulo diecisiete de san Lucas está escrito que el reino de Dios se halla dentro del hombre, ¡ no de un hombre o de un grupo de hombres, sino de todos los hombres ! ¡ En vosotros ! Vosotros, el pueblo tenéis el poder, el poder de crear máquinas. ¡ El poder de crear felicidad ! Vosotros, el pueblo, tenéis el poder de hacer que esta vida sea libre y bella, de hacer de esta vida una maravillosa aventura. Por tanto, en nombre de la democracia, empleemos ese poder, unámonos todos. Lucharemos por un mundo nuevo, por un mundo digno, que dará a los hombres la posibilidad de trabajar, que dará a la juventud un futuro y a los ancianos seguridad. Prometiéndoos todo esto, las bestias han subido al poder. ¡ Pero mienten ! No han cumplido esa promesa. ¡ No la cumplirán ! Los dictadores se dan libertad a sí mismos, pero esclavizan al pueblo. Ahora, unámonos para liberar el mundo, para terminar con las barreras nacionales, para terminar con la codicia, con el odio y con la intolerancia. Luchemos por un mundo de la razón, un mundo en el que la ciencia y el progreso lleven la felicidad a todos nosotros. ¡ Soldados, en nombre de la democracia, unámonos ! Hannah, ¿puedes oírme? ¡ Dondequiera que estés, alza los ojos! ¡ Mira, Hannah! ¡ Las nubes están desapareciendo! ¡ El sol se está abriendo paso a través de ellas! ¡ Estamos saliendo de la oscuridad y penetrando en la luz! ¡ Estamos entrando en un mundo nuevo, un mundo más amable, donde los hombres se elevarán sobre su avaricia, su odio y su brutalidad! ¡ Mira, Hannah! ¡ Han dado alas al alma del hombre y, por fin, empieza a volar! ¡ Vuela hacia el arco iris, hacia la luz de la esperanza! ¡ Alza los ojos, Hannah! ¡ Alza los ojos!".
El gran dictador.- Charles Chaplin

martes, 12 de enero de 2010

La verdad, la mentira y la duda

HISTORIA DE LA VERDAD.
La verdad existía, era limpia, pura y transparente, razón por la cual pocos la veían; un día en los jardines del Olimpo, se encontró con la duda, caballero apuesto, inquieto, un poco obeso y de piernas cortas, quien tan pronto pudo verla quedó prendado de su hermosura; dudando poseerla, Cupido que andaba dando vueltas y disparando flechas a la loca - medio despistado - , sin ver a la verdad, le atinó al corazón y entonces, ella quedó prendada de alguna actitud suspicaz de la duda. Pasaron pocos días y la verdad y la duda bajo el hechizo de Cupido contrajeron matrimonio, fueron felices pero la duda, de todo dudaba y poco a poco la verdad fue entristeciéndose y pasaba todo el tiempo sola.....
Un día conoció a la mentira, ágil, suspicaz, atrevida y casi sin darse cuenta, la verdad... se hizo su amante; le contaba cuentos increibles, que parecían verdades y esto le divertía muchísimo; pero cualquier tarde cuando se encontraban en el delicioso himeneo, sorpresivamente llegó la duda que de todo sospechaba y los encontró...
Sorprendida la verdad y perpleja la mentira, voló ágil a la ventana para escapar y proteger su vida; pero terca, tozuda y pérfida como toda mentira, volviose a la verdad delante de la duda y exclamó: "VOLVERÉ POR TI". La duda entonces desconfiada, superficial, hiriente y sospechosa, picó en pedacitos a la verdad y los regó por todo el universo, para que nadie más pudiera, poseerla entera.
Desde entonces... ¡Todos tenemos en nuestro interior, un pedacito de verdad, algo de mentira y mucho de duda!.
(Anónimo)

lunes, 11 de enero de 2010

El Don de la sabiduría

El templo había estado sobre una isla, dos millas mar adentro. Tenía un millar de campanas. Grandes y pequeñas campanas, labradas por los mejores artesanos del mundo. Cuando soplaba el viento o arreciaba la tormenta, todas las campanas del templo repicaban al unísono, produciendo una sinfonía que arrebataba a cuantos la escuchaban.
Pero, al cabo de los siglos, la isla se había hundido en el mar y, con ella, el templo y sus campanas. Una antigua tradición afirmaba que las campanas seguían repicando sin cesar y que cualquiera que escuchara atentamente podría oírlas.
Movido por esta tradición, un joven recorrió miles de millas, decidido a escuchar aquellas campanas. Estuvo sentado durante días en la orilla, frente al lugar en el que en otro tiempo se había alzado el templo, y escuchó con toda atención.
Pero lo único que oía era el ruido de las olas al romper contra la orilla. Hizo todos los esfuerzos posibles por alejar de sí el ruido de las olas, al objeto de poder oír las campanas. Pero todo fue en vano; el ruido del mar parecía inundar el universo.
Persistió en su empeño durante semanas. Cuando le invadió el desaliento, tuvo ocasión de escuchar a los sabios de la aldea, que hablaban con unción de la leyenda de las campanas del templo y de quienes las habían oído y certificaban lo fundado de la leyenda. Su corazón ardía en llamas al escuchar aquellas palabras… para retornar al desaliento cuando, tras nuevas semanas de esfuerzo, no obtuvo ningún resultado. Por fin decidió desistir de su intento. Tal vez él no estaba destinado a ser uno de aquellos seres afortunados a quienes les era dado oír las campanas. O tal vez no fuera cierta la leyenda. Regresaría a su casa y reconocería su fracaso. Era su último día en el lugar y decidió acudir una última vez a su observatorio, para decir adiós al mar, al cielo, al viento y a los cocoteros.
Se tendió en la arena, contemplando el cielo y escuchando el sonido del mar. Aquel día no opuso resistencia a dicho sonido, sino que, por el contrario, se entregó a él y descubrió que el bramido de las olas era un sonido realmente dulce y agradable. Pronto quedó tan absorto en aquel sonido que apenas era consciente de sí mismo. Tan profundo era el silencio que producía en su corazón… ¡Y en medio de aquel silencio lo oyó! El tañido de una campanilla, seguido por el de otra, y otra, y otra… Y en seguida todas y cada una de las mil campanas del templo repicaban en una gloriosa armonía, y su corazón se vio transportado de asombro y alegría.
Anthony de Melo

domingo, 10 de enero de 2010

Ser mudo y rebuznar…

El asno letrado
El rey estaba cansado de la costumbre de Nasrudín de llevar a su burro con él a la corte.
-De hoy en adelante –decretó-, ningún iletrado podrá mostrar su rostro en mi presencia. A menos que enseñes a tu burro a leer, mulá, te ordeno que lo dejes fuera de palacio.
Durante tres semanas Nasrudín apareció ante el rey sin su animal, pero pasado ese tiempo, llevó un día al animal al trono real.
-¿Tan débil es tu mente que ya has olvidado mi decreto? –bramó el rey.
-Con vuestro permiso, Excelencia, os demostraré que el burro sabe leer.
Necesitado de entretenimiento, el monarca dio su consentimiento, después de lo cual, Nasrudín sacó el Corán y lo puse en el suelo, delante del burro. Efectivamente, el animal pasó varias páginas con su lengua y, al llegar al final del Libro Santo, la criatura empezó a rebuznar sonoramente.
-Confío en que vuestra majestad estará satisfecho –dijo el mulá.
-No hasta que me digas cómo has realizado este acto milagroso –exigió el soberano.
-Fue fácil –dijo Nasrudín-, entrené al animal cubriendo cada página con avena. Cada vez que le presentaba el libro, se comía la avena y volvía la página en busca de más. Después de tres semanas, llegó a asociar el Corán con la comida. Ahora rebuzna porque, con todo su lamer y buscar, no encuentra su comida.
-¡Este ejercicio no demuestra nada! –replicó el rey.
-Perdonadme, majestad, pero debo disentir: prueba que se puede enseñar a leer a cualquier animal mudo.
De “Cuentos sufíes para pensar”, de Idries Shah

sábado, 9 de enero de 2010

La humildad


Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano.
El fariseo, de pie, oraba así: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas'.
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!'.
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado".

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios

viernes, 8 de enero de 2010

El dar desinteresadamente trae su recompensa

DAR SIN RECIBIR
Un día un muchacho muy pobre, quien era vendedor de puerta a puerta para pagar sus estudios, se encontró con solo diez centavos en su bolsillo y tenía mucha hambre. Entonces decidió que en la próxima casa iba a pedir comida. No obstante, perdió su coraje cuando una linda y joven muchacha abrió la puerta.
En lugar de pedir comida pidió un vaso con agua. Ella pensó que el se veía hambriento y le trajo un gran vaso con leche. El se lo tomó lentamente y luego le preguntó, "Cuánto le debo?"
"No me debe nada," ella respondió. "Mi mamá nos enseñó a nunca aceptar pago por bondad." El dijo..."Entonces le agradezco de corazón." Cuando Howard Kelly se fue de esa casa, no solo se sintió más fuerte en sus fuerzas sino también en la humanidad. El ya estaba listo para rendirse y renunciar.
Años más tarde esa joven muchacha se enfermó gravemente. Los doctores locales estaban muy preocupados. Finalmente la enviaron a la gran ciudad donde llamaron a especialistas para que estudiaran su rara enfermedad. Uno de esos especialistas era el Dr. Howard Kelly.
Cuando él se dio cuenta del nombre del pueblo de donde ella venía, una extraña luz brilló en sus ojos.
Inmediatamente él se levanto y fue al cuarto donde ella estaba. Vestido en sus ropas de doctor fue a verla y la reconoció inmediatamente. Luego volvió a su oficina determinado a hacer lo posible para salvar su vida.
Desde ese día le dio atención especial al caso. Después de una larga lucha, la batalla fue ganada. El Dr. Kelly pidió a la oficina de cobros que le pasaran la cuenta final para darle su aprobación. La miró y luego escribió algo en la esquina y la cuenta fue enviada al cuarto de la muchacha. Ella sintió temor de abrirla porque estaba segura de que pasaría el resto de su vida tratando de pagar esa cuenta. Finalmente ella miró, y algo llamó su atención en la esquina de la factura. Ella leyó las siguientes palabras...."Pagado por completo con un vaso de leche."
(Anónimo)

jueves, 7 de enero de 2010

Vivir como las flores

Como las flores
Un joven le preguntó al Sabio, ¿qué debo hacer para no enojarme? Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro con aquellas que calumnian.
- ¡Pues vive como las flores! , advirtió el maestro.
- Y ¿Cómo vivir como las flores?, preguntó el discípulo.
- Pon atención a esas flores - continuó el sabio anciano, señalando unos lirios que crecían en el jardín.
Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que le es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos.
Es justo angustiarse con las propias culpas , pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivos para molestarse.

(Anónimo)

martes, 5 de enero de 2010

La fortuna

El oro del pescador
Cada noche, el pescador bajaba hasta la playa para tirar sus redes y recoger con ellas los peces que servirían de alimento para él y su familia, así como para cambiarlos en el mercado por todo aquello que necesitaba. El había aprendido que, al salir el sol, los peces dejan de buscar sus almejas en la costa y tratan de regresar mar adentro, y por eso siempre colocaba sus redes antes de que los primeros rayos del astro rey alumbraran la playa en la que pescaba, “su” playa, como él la llamaba, la que se extendía ante la pequeña casita en la que vivía con su esposa y sus cinco hijos.
Esa madrugada, como todas, el pescador bajó muy de noche cargando las pesadas redes en el hombro. Apenas había conseguido tender por completo la primera red cuando el hombre se descalzó y entró en el agua para tenerlo todo listo antes del amanecer. No había terminado de adentrarse lo suficiente como para soltar las boyas cuando su pie golpeó contra algo muy duro en el fondo. El pescador tanteó primero con la planta de sus pies y luego con una de sus manos lo que se había llevado por delante. No podía estar seguro, pero al tacto parecían ser piedras envueltas en una bolsa de tela rústica.
El dolorido protagonista pensó:
-¿Quién habrá sido el idiota que tira estas cosas en la playa? –y se corrigió de inmediato en voz alta-; En mi playa.
Pensando que él era muy metódico, algo rutinario y bastante distraído, se dio cuenta de que, si no hacía algo, cada vez que entrara al mar se las llevaría por delante…
Así que dejó de tender su red, se agachó, agarró la bolsa con su pesado contenido, la sacó l agua y la dejó en la orilla. Era una noche muy oscura y, quizá por esa razón, cuando volvió, tropezó otra vez con las piedras, que ahora estaban en la playa.
-El idiota soy yo- pensó-. Si no me deshago ahora mismo de esta basura, voy a terminar con los pies hechos una ruina…
Fiel a su decisión, sacó su cuchillo y rasgó la bolsa, dejando salir unas cuantas piedras negruzcas, del tamaño de pequeñas naranjas, pesadas y redondeadas. Actuando instintivamente pero sin dejar de pensar “en el idiota que embolsa piedras para tirarlas al agua”, tomó una, la sopesó en sus manos y la arrojó al mar. Unos segundos después sintió el sordo ruido de la piedra que se hundía a lo lejos. ¡Plus! Y después de ésta, otra más… Y luego dos a la vez. ¡Plus-plup!
Una a una, fue tirando todas las piedras tratando de mandarlas cada vez más lejos, poniendo en ello toda su fuerza y su concentración… Hasta que, cuando quedaba una sola piedra, el sol empezó a salir.
El pescador, enojado al darse cuenta de que no había podido extender sus redes y había perdido la pesca de ese día, se preparó para tirar esa última piedra más lejos que las demás, pensando esta vez en la madre del que había tirado la bolsa al mar…
Sin embargo, justo en el momento en que estiraba al máximo el brazo hacia atrás para darle fuerza al lanzamiento, el sol despuntó y empezó a alumbrar. Fue en ese momento cuando el protagonista vio, por primera vez, que la piedra tenía un extraño brillo dorado y metálico. Sorprendido, el pescador detuvo el movimiento y la miró con atención. La piedra reflejaba cada rayo del sol en la ranura de moho que la recubría. El hombre la frotó contra su ropa, como si fuera una manzana, y la piedra brilló todavía más. Asombrado por lo que veía, empezó a limpiarla con esmero, frotándola con arena y lustrándola contra su pantalón y su camisa. La piedra no era simplemente una piedra, era un enorme pedazo de oro macizo, del tamaño de una naranja.
Y entonces se dio cuenta de algo que lo hizo temblar. Aquella “piedra” era seguramente igual a las otras veinte o más que había lanzado al mar. El pescador pensó:
-¡Qué tonto he sido! He tenido entre mis manos una bolsa llena de piedras de oro y las he ido tirando una a una, fascinado por el sonido entupido que hacían al entrar al agua y enojado con mi benefactor.
El pescador siguió lamentándose de su mala suerte y quejándose en voz cada vez más alta, hasta que, impotente, comenzó a llorar el dolor de las piedras perdidas. Había tenido la posibilidad de ser infinitamente rico y la había desperdiciado. Se sentía un desgraciado, un pobre tipo, un idiota…
Y el sol acabó de salir. Y en aquel momento, se dio cuenta de que tenía aún en su mano la última piedra. Por suerte, todavía le quedaba una piedra. El sol podría haber tardado un segundo más o él podría haber tirado alguna piedra un segundo más rápido… Y nunca se hubiera enterado del tesoro que ahora tenía entre las manos.
Se dio cuenta de que una sola piedra de oro era, por supuesto, un enorme tesoro, una fortuna enorme e impensable para un pescador como él. Miró al cielo y recordó, quien sabe por qué, aquella frase de la madre Teresa de Calcuta: “Todo lo que hice en mi vida es solamente una gota en el océano, pero me consuela pensar que si yo no lo hubiera hecho, al océano le faltaría mi gota”.
El pescador sonrió. Ahora sabía que, sin lugar a dudas, era toda una suerte tener todavía el oro que sostenía entre sus manos; pero también terminó de darse cuenta de que él ya tenía un tesoro cuando despertó aquella madrugada, mucho antes de encontrar una piedra.
Cargó sus redes al hombro y volvió a su casa más temprano que de costumbre para encontrarse con su esposa y sus hijos, sintiendo que, desde hacía mucho tiempo era enormemente afortunado…

De El mito de la Diosa Fortuna (Jorge Bucay)

lunes, 4 de enero de 2010

Se feliz con lo que tienes.

Cato era un niño de ocho años que vivía con sus padres y su hermanita de 11 años. Después de venir del colegio, comer algo y descansar, jugaban un poco y hacían las tareas. Cato sin embargo interrumpía sus actividades para observar a través de su ventana a otro niño que se había mudado al vecindario con sus padres y que permanecía rodeado de juguetes costosísimos. Cato admiraba a su vecino en silencio porque creía que tenía todo para ser feliz. Tenía los mejores juguetes, casi siempre estaba sólo y por lo tanto no había nadie quien le dijera que apagara el televisor o el juego de video. Los dos niños en cierta ocasión se encontraron en el parque del conjunto familiar y comenzaron a jugar, en la medida en que compartían, CATO se dio cuenta que aquel niño disfrutaba mucho de su compañía, se reía y celebraba por todo. Cato le preguntó por los juguetes que había visto a través de la ventana y el niño respondió: “es lo único que tengo pero en realidad cambiaría todo eso por un hermanito que me sirviera de compañía o por la posibilidad de estar más tiempo con mis padre, porque ellos casi nunca están en casa y paso mucho tiempo y triste y sólo”.
Desde aquel día CATO comprendió que las apariencias engañan, no siempre lo que tú deseas de los otros es lo que le causa alegría. Es posible que ellos deseen tener lo que tú no valoras lo suficiente como es la compañía de tus seres queridos, tus padres, tus hermanos, tu abuelo. La felicidad no se consigue cuando se tiene cosas, hay muchas que tienen de todo y no son felices. (Anónimo)

domingo, 3 de enero de 2010

La felicidad la traemos con nosotros

Un poco antes de que la humanidad existiera, se reunieron varios duendes para hacer una travesura. Uno de ellos dijo:
- "Debemos quitarles algo pero, ¿qué les quitamos?".
Después de mucho pensar uno dijo:
- "¡Ya sé!, vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la puedan encontrar".
Propuso el primero:
- "Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo", a lo que inmediatamente repuso otro:
- "No, recuerda que tienen fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está".
Luego propuso otro:
- "Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar", y otro contestó:
- "No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrará". Uno más dijo:
- "Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra".
Y le dijeron:
- "No, recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en la que puedan viajar a otros planetas y la van a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad"
El último de ellos era un duende que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás. Analizó cada una de ellas y entonces dijo:
- "Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren". Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono:
- "¿Dónde?".
El duende respondió:
- "La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán".
Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces ha sido así: El hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo.
(Anónimo)

sábado, 2 de enero de 2010

Lo importante es el contenido

Se cuenta que un grupo de ex alumnos con carreras profesionales ya avanzadas se reunieron para visitar a uno de sus antiguos profesores favoritos. Al rato, la conversación se convirtió en quejas acerca de las presiones que sentían en el trabajo y en la vida diaria. Luego de ofrecerles café a todos, el profesor fue a la cocina y volvió con una cafetera grande y un buen surtido de tazas. Traía tazas de porcelana, tazas de plástico, tazas de cristal —algunas ordinarias, otras costosas, e incluso otras muy finas—, en las que les invitó a sus alumnos a que se sirvieran el café.
Cuando todos terminaron de servirse, el profesor les dijo: « ¿Se dieron cuenta de que escogieron todas las tazas finas y costosas, y rechazaron las ordinarias y baratas? Tengan por seguro que la taza misma no le añade calidad alguna al café. En la mayoría de los casos, simplemente cuesta más, y en algunos casos la taza hasta oculta lo que bebemos. En realidad, lo que ustedes querían era el café y no la taza, y sin embargo cada uno seleccionó una de las mejores tazas y luego comenzó a mirar las tazas de los demás.
Pues bien, consideren esto: « La vida es el café, y las tazas son las profesiones, los puestos y el dinero. Esos no son más que los envases de la vida. La clase de envase que tengamos no define ni altera la calidad de vida que llevamos. Cuando nos concentramos únicamente en la taza, dejamos de disfrutar del café del que estamos provistos.»
(Anónimo)