Un mundo de ILUSIONES

Este lugar es habitado por las niñas y los niños perdidos liderados por el héroe o quizás heroína, Peter Pan. La población de dicho país agrupa también a temibles piratas como el Capitán Garfio y salvajes indios. Otros tipos de seres como el hada, Campanilla y el Cocodrilo que se llevó la mano del Capitán Garfio habitan este lugar donde el tiempo no avanza y las aventuras predominan por cualquier rincón. De acuerdo con la leyenda, si alguien desea llegar a este lugar deberá de girar la segunda estrella a la derecha, volando hasta el amanecer.

martes, 24 de febrero de 2009

Aceptar nuestras limitaciones, hacer lo mejor posible lo que está en nuestras manos y no engañarnos con falsas ilusiones.


Kattor, el osado
Cada día es una nueva sorpresa para el joven tigre llamado Kattor. Se divierte aplastando ramas o arañando con vigor la corteza de los árboles, sintiéndose cada vez más valiente y poderoso. Ahora que su cuerpo es más robusto, observa cómo muchas de las criaturas del bosque le temen y huyen de él, y eso le produce una agradable sensación interna de poder.
La fuerza de Kattor aumenta día tras día, y pronto cree que no hay nada en el mundo que no pueda dominar. Pero una mañana el cielo amanece más oscuro que de costumbre y se desata una terrible tormenta.
- ¿Qué es eso tan fuerte que puede doblegar y hasta romper árboles? – pregunta sorprendido Kattor a su madre.
- Es el viento – responde ella.
Al ver que existe algo tan potente, decide desafiar al viento. Ruge y enseña sus afilados dientes, pero las ráfagas se hacen todavía más fuertes y parecen burlarse de él.
- ¡Te venceré! – grita Kattor furioso, mas las tormenta ahoga su voz.
Durante largo tiempo, Kattor lucha dando zarpazos en el aire, corriendo de un lado al otro para ahuyentar al obstinado viento. La lluvia anega sus ojos, los relámpagos le asustan y ciegan por instantes y, finalmente, se deja caer en el suelo, exhausto.
Pero, justo en ese momento, cesa el vendaval y Kattor cree haber derrotado a esa fuerza invisible tan poderosa. De modo que, cuando despierta al día siguiente, se siente todavía más audaz y con más fuerza. Sale a dar un paseo con el pecho henchido y llega hasta el borde de una montaña, la más alta que ha visto nunca.
- ¡Apártate de mi camino! – exclama Kattor desafiante a la montaña.
Pero la montaña no se mueve. Rabioso ante su impertinencia, Kattor empieza a luchar contra ella, arañando y arrancando piedras, hasta que sus fuertes patas empiezan a sangrar. Al caer el sol, decide cesar en su forcejeo no sin antes retar a la montaña para el día siguiente. Con el aliento entrecortado y los ojos llenos de polvo, Kattor dice:
- Prepárate porque, mañana, cuando salga el sol, regresaré para vencerte.
Pero Kattor no sabe que el sol de la mañana se encuentra en un lugar diferente que el de la tarde. Así que, al día siguiente, dirige sus pasos equivocadamente hacia el este.
Camina durante mucho tiempo sin divisar la montaña por ningún lugar. De pronto, un estremecimiento de placer recorre todo su cuerpo: ¡Ha asustado a la montaña y esta se ha retirado para no encontrarse de nuevo con él! ¡Cuán fuerte y poderoso es!
El joven tigre está lleno de orgullo y satisfacción; parece que nada ni nadie es capaz de vencerle. Pero, un buen día, descubre ante él una inmensa extensión d eagua: el mar. Sus ojos no logran divisar dónde termina y cree que es lo más grande e importante que ha visto jamás en su vida. Pero, entonces recuerda que ha conseguido conquistar al viento y a la montaña, y decide desafiar también al mar.
- ¡Apártate de mi camino! – dice Kattor dirigiéndose hacia el agua.
Pero el mar sigue acercándose y moja sus patas, mientras ke reta con el fragor de sus olas. Entonces, Kattor se lanza enfurecido contra el oleaje, mordiendo y peleando, pero sin encontrar manera de agarrar el agua.
Así permanece hasta que agota por completo sus fuerzas. Decide entonces cejar en su empeño y volver a su guarida a descansar. Al regresar, ¡cuál e ssu sorpresa al descubrir que el mar ha retrocedido! Grandes extensiones de arena húmeda se despliegan frente a él y, al no saber de la existencia de las mareas, Kattor cree que también el mar se ha acobardado.
Orgulloso, Kattor corre a explicar sus hazañas a su madre. Esta lo escucha pacientemente y, después, le dice que al día siguiente quiere acompañarlo a un nuevo lugar.
Por la mañana emprenden juntos la marcha. La madre conduce al joven tigre hasta lo más alto de un pico rocoso. Lo primero que percibe Kattor es la fuerte brisa de la cumbre en el rostro.
- Es el viento – dice la madre de Kattor.
El joven tigre se pregunta enojado cómo se ha atrevido el viento a regresar. Pero, antes de que pueda decir nada, ve que a cierta distancia se encuentra la enorme montaña que creyó haber asustado.
- Es la montaña- dice la madre de Kattor.
Los pensamientos se agolpan en la mente del tigre. No logra entender cómo aparecen de nuevo la montaña y el viento que habían huido aterrorizados ante su empuje. Pero, cuando quiere preguntarle a su madre, ve que esta se ha dirigido al extremo más lejano d ela cumbre y que, desde allí, mira hacia lo lejos. Kattor se acerca despacio y, en el filo del promontorio, descubre el inmenso mar. Es mucho más grande e imponente de lo que había imaginado.
- Es el mar- le dice su madre.
Al darse cuenta de que sus victorias no han sido más que ilusión, Kattor se siente desolado. Baja la cabeza y las lágrimas empiezan a cubrir sus ojos. Entonces, su madre se acerca a él y le dice:
- Kattor, hace falta mucho más que un tigre para detener el viento, mover una montaña o hacer retroceder el mar. Intenta hacer bien lo que pueden hacer los tigres, nada más, y así lograrás ser feliz.

La historia de Kattor, de Georgia Travers, cuento extraído y adaptado de El Mundo de los Niños.

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