
Iba la lechera con su cántaro.
Tropezó, cayó el cántaro al suelo y se quebró.
La lechera se echó a llorar desconsoladamente.
Le preguntó un hombre que pasaba, y que había leído la fábula de la lechera:
-¿Lloras porque con la leche ibas a comprar huevos, que te iban a dar pollos, que se iban a volver gallinas, que ibas a cambiar por una ternera, que se convertiría en vaca y te daría más terneras que venderías para comprar una casa y ya dueña de casa encontrarías marido?
-No -respondió la lechera-.
Lloro porque quebré mi cántaro y derramé la leche. Eso es lo que perdí, y eso es lo que lloro.
Las lágrimas que se lloran por los sueños perdidos, son lágrimas perdidas, y no quiero perder también mis lágrimas.
(Anónimo)
Le preguntó un hombre que pasaba, y que había leído la fábula de la lechera:
-¿Lloras porque con la leche ibas a comprar huevos, que te iban a dar pollos, que se iban a volver gallinas, que ibas a cambiar por una ternera, que se convertiría en vaca y te daría más terneras que venderías para comprar una casa y ya dueña de casa encontrarías marido?
-No -respondió la lechera-.
Lloro porque quebré mi cántaro y derramé la leche. Eso es lo que perdí, y eso es lo que lloro.
Las lágrimas que se lloran por los sueños perdidos, son lágrimas perdidas, y no quiero perder también mis lágrimas.
(Anónimo)
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