Un mundo de ILUSIONES

Este lugar es habitado por las niñas y los niños perdidos liderados por el héroe o quizás heroína, Peter Pan. La población de dicho país agrupa también a temibles piratas como el Capitán Garfio y salvajes indios. Otros tipos de seres como el hada, Campanilla y el Cocodrilo que se llevó la mano del Capitán Garfio habitan este lugar donde el tiempo no avanza y las aventuras predominan por cualquier rincón. De acuerdo con la leyenda, si alguien desea llegar a este lugar deberá de girar la segunda estrella a la derecha, volando hasta el amanecer.

sábado, 31 de octubre de 2009

Cuidado… las cosas cambian

Una brizna de hierba
Una brizna de hierba dijo a una hoja caída de un árbol en otoño:
-¡Cuánto ruido haces al caer! Espantas todos mis sueños de invierno.
La hoja replicó indignada:
-¡Tú, nacida en lo bajo y habitante de lo bajo, eres insignificante e incapaz de cantar! ¡Tú no vives en las alturas y no puedes reconocer el sonido de una canción!
La hoja de otoño cayó en tierra y se durmió. Y cuando llegó la primavera despertó nuevamente de su sueño y era una brizna de hierba.
Y cuando llegó el otoño, y fue presa de su sueño invernal, flotando en el aire empezaron a caerle las hojas encima. Murmuró para sí misma:
-¡Oh, estas hojas de otoño! ¡Hacen tanto ruido! ¡Espantan todos mis sueños de invierno!
(Anónimo)

viernes, 30 de octubre de 2009

Viajando por la vida…

Un amigo me habló de un libro que comparaba la vida con un viaje en tren.
Un viaje muy interesante al ser bien interpretado.
Exactamente así, la vida no pasa de ser eso, un viaje en tren lleno de embarques y desembarques, algunos accidentes, sorpresas agradables en algunos momentos y en otras grandes tristezas.
Al nacer entramos a ese tren y nos entregamos en las manos de algunas personas que pensamos, estarán siempre en ese viaje con nosotros: nuestros padres, desgraciadamente eso no es verdad; en alguna estación ellos bajan y nos privan de su cariño, amistad y compañía irremplazables... además que personas interesantes y que pueden llegar a ser muy especiales para nosotros, abordaran el tren en algún momento.
También llegaran nuestros hermanos, amigos y maravillosos amores. Muchas personas toman ese tren, solo para pasear, otras encuentran en el viaje solamente tristezas, y otros circularan por él, listos para ayudar a quien los necesite.
Muchos al bajar dejan recuerdos eternos, algunos otros pasan por allí de tal manera que cuando desocupan sus asientos, nadie percibe sus ausencias.
Es muy común que muchos pasajeros, que nos son muy queridos se ubiquen en vagones diferentes al nuestro, por lo tanto nos vemos obligados a hacer el trayecto separados de ellos, eso no nos impide que durante el viaje atravesemos muchas veces con grandes dificultades nuestro vagón para llegar hasta el que es ocupado por nuestros seres especiales, solo que difícilmente nos podremos sentar a su lado, muchas veces puede haber alguien ocupando ese lugar.
Nada importa, el viaje es así, lleno de atropellos, sueños, fantasías, esperas, despedidas.
Eso sí, jamás tiene retorno, siempre va hacia delante.
Hagamos el viaje de la mejor manera posible, tratando de relacionarnos bien con todos los pasajeros, sin hipocresías, buscando en cada uno de ellos lo mejor que tengan para ofrecer.
Recordando, siempre, que en cualquier momento del camino ellos podrán flaquear, es necesario entender esto pues, probablemente, nosotros a lo largo del camino, flaquearemos muchas veces, y seguramente habrá alguien que nos entienda como nosotros hemos entendido a nuestro prójimo.
El gran misterio, al final, es que jamás sabremos en cual parada nos bajaremos, y mucho menos nuestros compañeros y ni siquiera el que esta sentado más próximo a nosotros, justo en el asiento de al lado.
Me quedo pensando si al bajarme de ese tren sentiré nostalgia... creo que si la sentiré, al separarme de los amigos hechos durante el trayecto, será al menos doloroso.
El dejar a mis hijos continuar solos el viaje, será extremadamente triste, pero me agarraré a la esperanza de llegar, en algún momento a la estación principal, y tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje que no tenían en el momento de embarcar, y lo que más feliz me dejará será pensar, que yo colabore en el crecimiento de ese equipaje y en hacerlo más valioso.

Anónimo

jueves, 29 de octubre de 2009

¿Cuáles son los pesos de verdad?

EL AMOR NO PESA
Había una vez un arqueólogo en África. Vino a la India en peregrinaje; a los Himalayas, particularmente a los templos y estructuras antiguas, los cuales son muy difíciles de alcanzar; y en aquellos tiempos mucho más. Mucha gente simplemente no volvía; se llegaba a través de pequeños senderos al borde de precipicios de 3.000 m. de profundidad, con nieves perpetuas. Tan sólo un pequeño resbalón y todo habría acabado. Ahora las cosas están mejor, pero en el tiempo del que estoy hablando era muy difícil. El hombre iba cansado, aún llevando muy poco equipaje (porque llevar mucho equipaje a esas alturas se hace imposible); según el aire se va volviendo más fino, se hace más difícil respirar.
Delante de él, vio a una niña que no tendría más de diez años, cargando a un niño, muy gordito, sobre sus hombros. Ella iba sudando, respirando pesadamente, y cuando el hombre pasó a su lado le dijo: «Niña, debes de estar muy cansada. Llevas mucho peso sobre ti ».
La niña le respondió: «Tú eres el que lleva peso. Esto no es un peso, esto es mi hermanito».
(Anónimo)

miércoles, 28 de octubre de 2009

Volemos independientes…

EL CONJURO DEL AMOR
Una vez, un guerrero indígena muy respetado y la hija de una mujer que había sido matrona de la tribu, se enamoraron. Se amaban profundamente y habían pensado en casarse, para lo cual tenían el permiso del cacique de la tribu.
Pero antes de formalizar el casamiento fueron a ver al brujo, un hombre muy sabio y muy poderoso, que tenía elixires, conjuros, y hierbas increíbles, para saber si los astros estaban a su favor, si los Dioses los iban a proteger.
El brujo les dijo que ellos eran buenos muchachos, jóvenes y que no había ninguna razón para que los dioses se opongan.
Entonces ellos le dijeron que querían hacer algún conjuro que les diera la formula para ser felices siempre... El brujo les dijo: "Bueno, hay un conjuro que podemos hacer, pero no sé si e
stán dispuestos, porque es bastante trabajoso".
"Sí, claro", le dijeron. Entonces el brujo le pidió al guerrero que:
1) escale la montaña más alta
2) busque allí al halcón más vigoroso,
3) el que vuele más alto,
4) el que le parezca más fuerte,
5) el que tenga el pico más afilado,
6) y que vivo, se lo traiga.
Y el brujo le dijo a ella:
1) a ti no te va a ser tan fácil:
2) vas a tener que internarte en el monte
3) buscar el águila que te parezca que es la mejor cazadora,
4) la que vuele más alto,
5) la que sea más fuerte,
6) la de mejor mirada,
7) vas a tener que cazarla sola, sin que nadie te ayude y vas a tener que traerla viva aquí.
Cada uno salió a cumplir su tarea. Cuatro días después volvieron con el ave que se les había encomendado, y le preguntaron al brujo: "¿Ahora qué hacemos? ¿Las cocinamos? ¿Las comemos? ¿Tomamos su sangre?... ¿Qué hacemos con ellas?" El brujo les dijo: "Vamos a hacer el conjuro, que se llamará “EL CONJURO DEL AMOR”... ¿Volaban alto?"
"Sí", le dijeron.
El brujo preguntó a ambos: "¿Eran fuertes sus alas, eran sanas, independientes?
"Sí", contestaron.
"Muy bien", dijo el brujo, "Ahora átenlas entre sí por las patas y suéltenlas para que vuelen"..... Entonces el águila y el halcón comenzaron a tropezarse, intentaron volar, pero lo único que lograban, era revolcarse en el piso y se hacían daño mutuamente, hasta que empezaron a picotearse entre sí.
El brujo de la tribu les dijo: "Este es el conjuro: si ustedes quieren ser felices para siempre.

Jorge Bucay

martes, 27 de octubre de 2009

Lo que hacemos deja trazos

El nietito miraba al abuelo escribir una carta.
En un momento dado, le preguntó:
- ¿Abuelo, estás escribiendo una historia que nos pasa a los dos? ¿Es, por casualidad, una historia sobre mí*?
El abuelo dejó de escribir, sonrió y le dijo al nieto:
- Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras, es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.
El nieto miró el lápiz intrigado, y no vio nada de especial en él, y preguntó:
- ¿Qué tiene de particular ese lápiz?
El abuelo le respondió:
- Todo depende del modo en que mires las cosas.
Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán siempre de ti una persona en paz con el mundo.
Primera cualidad:
- Puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos. Esta mano la llamamos Dios, y siempre te conducirá en dirección a su voluntad.
Segunda cualidad:
- De vez en cuando necesitas dejar lo que estás escribiendo y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final, estará más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.
Tercera cualidad:
- El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.
Cuarta cualidad:
- Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.
Quinta cualidad:
- El lápiz siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida, dejará trazos. Por eso intenta ser consciente de cada acción.
Paulo Coelho

lunes, 26 de octubre de 2009

Atados a la cuerda

Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar una altísima montaña, inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria solo para él, por lo tanto subió sin compañeros.
Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo, y oscureció.
La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, la luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.
Subiendo por un acantilado, a solo unos pocos metros de la cima, se resbaló y se desplomó por el aire, cayendo a velocidad vertiginosa. El alpinista solo podía ver veloces manchas oscuras y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.
Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los episodios gratos y no tan gratos de su vida.
Pensaba en la cercanía de la muerte, sin embargo, de repente, sintió el fortísimo tirón de la larga soga que lo amarraba de la cintura a las estacas clavadas en la roca de la montaña.
En ese momento de quietud, suspendido en el aire, no le quedó más que gritar: AYÚDAME DIOS MIO!!!
De repente, una voz grave y profunda de los cielos le contestó:
-¿QUE QUIERES QUE HAGA?
- Sálvame Dios mío -¿REALMENTE CREES QUE YO TE PUEDA SALVAR? -
-Por supuesto Señor
-ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE...
Hubo un momento de silencio; el hombre se aferró más aún a la cuerda.... Cuenta el equipo de rescate, que al otro día encontraron a un alpinista colgando muerto, congelado, agarradas sus manos fuertemente a la cuerda... A TAN SOLO DOS METROS DEL SUELO...
(Anónimo)

domingo, 25 de octubre de 2009

Corazones hermosos

Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca.
Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en el ni máculas ni rasguños.
Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto.
Al verse admirado el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar .
De pronto un anciano se acercó y dijo: “Perdona mi atrevimiento, pero, por qué dices eso, si tu corazón no es ni tan, aproximadamente, tan hermoso como el mío, o el de tantas otras personas ?”
Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y éstos habían sido reemplazados por otros que no encastraban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su derredor. Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos. La mirada de la gente se sobrecogió ¿como puede él decir que su corazón es más hermoso?, pensaron ...
El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír. “Debes estar bromeando,” dijo.“Compara tu corazón con el mío... El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor.”
“Es cierto, dijo el anciano, tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo...Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor.
Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido.”“Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio.De ahí quedaron los huecos, dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día -tal vez- regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón. ¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?”
El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció.
El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección.Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes.
El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.
Sí, en verdad ahora, puedo ver lo hermoso que es tu corazón.
(Anónimo)

sábado, 24 de octubre de 2009

Sí que podemos…

El puente
El camino ha sido largo y muy, muy duro. Él sospechaba que aún quedaba mucho trecho por recorrer, que las penurias no habían hecho más que comenzar.
No sabía ni cómo ni por qué había iniciado su marcha. Lo único que sabía es que llevaba toda la vida caminando, que aún no había llegado a su meta, que sólo conocería su destino cuando llegase a él, y que era posible que el final del camino no existiera, o que estuviera demasiado lejos para poder llegar.
Siempre hacia adelante, sin mirar atrás, el camino era tortuoso pero claro. No dudaba del camino, sólo dudaba si llevaba a algún sitio. Pero tenía que seguir caminando. Siempre hacia adelante.
No siempre caminó solo. A menudo tuvo compañeros de viaje que le hicieron grata compañía hasta que sus caminos se separaban. Muchos fueron sólo compañeros, y algunos llegó a llamarlos amigos. Esos pocos hicieron el camino más llevadero, pero despedirse de ellos le hacía odiar su vida y el camino que le obligaba a seguir. Pero aun así no podía abandonar su camino, igual que los demás no podían dejar el suyo.
Cuando llegaba la noche, acampaba y comía. Si estaba solo, meditaba. Si esa noche tenía compañero, se intercambiaban historias. A él le gustaba contar una historia fantástica, sobre un ángel en la tierra, que ayudaba a sus semejantes hasta que un día dejó sus alas en manos de otra persona... lo contaba como una leyenda, como una historia fantástica, sin hacer ver a sus compañeros de viaje que era él, que lo que él llamaba sus alas eran sus sueños, su vida, su futuro. Y es que ya no creía en el final del camino.
Un día se detuvo. Ante sí había un puente. Era un puente hecho con troncos y cuerdas. No tenía pinta de ser muy seguro, era muy viejo, le faltaban algunos troncos, seguramente otros estarían podridos, y no tenía ni idea de si la cuerda aguantaría.
¿Debía cruzar o no? Por primera vez en su vida dudaba. Siempre había ido hacia adelante, a veces el camino era difícil pero siempre había dado la sensación de ser superable... este parecía insuperable. Estaba convencido de que si intentaba cruzar, caería, acabaría su vida, moriría.
Pero su vida había sido su camino, siempre hacia adelante. Si abandonaba el camino ¿no abandonaría su vida? Sabía que podía ir hacia atrás, buscar una bifurcación y coger otro camino... pero sería un camino, no su camino."No cruces. No seas tonto. Hay caminos más fáciles" decía una parte de su cerebro."Cruza. Esta es tu vida. Tienes que arriesgarte. No merece la pena vivir si no vives tu vida" decía otra parte de su cerebro.
Dudaba. ¿qué hacer?Decidió cruzar. Quería ver el paisaje al otro lado del puente, el de este lado ya lo había visto. Quería conocer nuevas gentes, nuevos lugares, nuevos aromas...Lentamente comenzó a avanzar. Su paso era lento, tanteando donde pisaba para evitar los troncos que cedieran a sus pies. Poco a poco fue avanzando... ya llevaba medio camino recorrido, ya no había vuelta atrás.Y la cuerda se rompió. Empezó a caer. La altura era considerable, la caída parecía interminable. Mentalmente empezó a despedirse del mundo.
Pero una parte de su cerebro se rebelaba."Vuela" decía. Pero no podía, ya no tenía sus alas, era el final. "Vuela" repetía. "No puedo. Está todo perdido". "Sí que puedes".Y descubrió que sí podía. No llevaba sus alas, esas las había cedido... pero le habían crecido unas alas nuevas, blancas, de algodón, muy ligeras pero resistentes.Y levantó el vuelo. Y desde las alturas vio el camino más allá del puente, un camino que merecía la pena ser recorrido. Porque el camino era su vida, y quería conocer nuevos lugares, nuevas gentes y nuevos aromas.
(Anónimo)

viernes, 23 de octubre de 2009

Crear y curar…

Una historia.
Angulimal, un bandido fue un día a matar a Buda. Buda le dijo:
-Antes de matarme, ayúdame a cumplir un último deseo. Corta ,por favor, una rama de éste árbol.
-Con un golpe de espada el bandido hizo lo que Buda le pedía. Pero éste añadió:
-Ahora vuelve a ponerla en el árbol, para que siga floreciendo.
-Debes estar loco -respondió Angulimal- si piensas que eso es posible.
-Al contrario , dijo Buda , el loco eres tú , que te crees poderoso, porque puedes herir y destruir . Esa es cosa de niños. El verdaderamente poderoso es el que sabe crear y curar.
(Anónimo)

jueves, 22 de octubre de 2009

Nuestro mar…

LA GOTA DE AGUA
Érase una vez una gota de agua que había nacido en lo más alto de una montaña. Era sólida y poseía brillo y transparencia; el sol la hacia brillar mucho.
En una ocasión, sintió que el mar la llamaba. Experimentó dentro de sí la emoción de sentirse líquida y rodar hacia el arroyo; entonces, obedeciendo el llamado del mar, fue apresurada alegre y transparente. La velocidad del cauce del arroyo le encantaba, los paisajes que descubría la llenaban de admiración, ¡qué maravilla debe ser el mar! Pensaba...
La gota todo lo alegraba con su presencia: las riberas florecían a su paso, los bosques reverdecían y hasta los pájaros cantaban, y ella hacia el mar corría limpia y sencilla. Pero, un día, se cansó de caminar.
El cauce del arroyo cada vez le parecía más estrecho y denso. Al pasar por la represa de un molino en el que divisó horizontes de tierra, le encantó, y en tierra quiso convertirse. Aprovechando el desagüe de una sequía, se salió de la corriente y se estacionó.
Inesperadamente se sintió prisionera de la tierra, convertida en un charco sucio, mal oliente y tibio: repugnantes animalitos crecieron en su seno y el sol dejó de reflejarse en ella.
Una tarde, un peregrino pasó cerca de ella. Se detuvo ante el charco y dijo al ver la gota detenida: “Pobre agua, ibas al mar y te quedaste en el charco”.
Le dio pena y se inclinó hacia ella; la tomó como pudo entre sus manos para volverla al riachuelo, mientras le decía: “Recobra tu vocación de mar”.
(Anónimo)

miércoles, 21 de octubre de 2009

Cicatrices

Cicatrices , de amor
En un día caluroso de verano en el sur de la Florida ,un niño decidió ir a nadar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró en el agua y nadaba feliz. No se daba cuenta de que un cocodrilo se le acercaba. Su mamá desde la casa miraba por la ventana y vió con horror lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía. Oyéndole, el niño se alarmó y viró nadando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus brazos justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas. La mujer jalaba determinada, con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba. Un señor que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aún pudo llegar a caminar. Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus pies. El niño levantó la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se remangó las mangas y señalando hacia las cicatrices en sus brazos le dijo...
"Pero las que usted debe ver son estas".
Eran las marcas de las uñas de su mamá que habían presionado con fuerza.
"Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida".
(Historia real)

martes, 20 de octubre de 2009

No importa para quién, cuándo ni cómo… haz más de lo que te pidan

El agujero en la barca
Hace ya muchos años, un hombre fue contratado en un puerto para pintar una barca. Llevó hasta la dársena con él pintura y brochas, y comenzó a pintar la barca de un rojo brillante, tal y como había convenido con el dueño.
Mientras hacía su trabajo, se dio cuenta de que la pintura estaba traspasando el fondo de la barca y mojando el suelo de la dársena. Al fijarse con más atención, detectó un orificio en el casco y decidió repararlo.
Cuanto terminó la labor por la que había sido contratado, percibió su dinero y se fue. Pero cuál fue sorpresa cuando al día siguiente el propietario de la barca lo fue a buscar y le pidió que aceptara un nuevo cheque.
–¡Pero usted ya me pagó lo que convinimos por la pintura del barco! –exclamó sorprendido el trabajador.
–Mi querido amigo, usted no comprende –le respondió el patrón–. Cuando le pedí que pintara mi barca, se me olvidó hablarle del orificio que tenía en su casco. Tampoco se lo había dicho a mis hijos, quienes, al ver la barca ya pintada y seca, salieron de pesca cuando yo estaba ausente. No se imagina la angustia que sentí cuando volví y me di cuenta de que se la habían llevado. Pensé que podría hundirse en alta mar y hacerlos naufragar. Al verlos regresar sanos y salvos, examiné la barca y deduje que, sin que yo se lo pidiera ni le hubiera pagado por ello, usted había decidido perder parte de su precioso tiempo en reparar el agujero. ¡Su pequeña buena acción ha salvado la vida de los dos seres que más quiero! ¡No hay dinero en el mundo que pueda pagar su generosidad!
(Anónimo)

lunes, 19 de octubre de 2009

Qué es y en dónde va el amor?

¿Qué es el amor?
En una de las salas de un colegio había varios niños.
Uno de ellos preguntó:
- Maestra... ¿qué es el amor?
La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en hora de recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajesen lo que más despertase en ellos el sentimiento del amor.
Los chicos salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:
- Quiero que cada uno muestre lo que trajo consigo.
El primer alumno respondió:
- Yo traje esta flor: ¿no es linda?
Cuando llegó su turno, el segundo alumno dijo:
- Yo traje esta mariposa. Vea el colorido de sus alas: la voy a colocar en mi colección.
El tercer alumno completó:
- Yo traje este pichón de pajarito que se cayó del nido ¿no es gracioso?
Y así los chicos, uno a uno, fueron colocando lo que habían recogido en el patio.Terminada la exposición, la maestra notó que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido quieta durante todo el tiempo.
Se sentía avergonzada porque no había traído nada.
La maestra se dirigió a ella y le preguntó:
- Muy bien: ¿y tú? ¿no has encontrado nada?
La criatura, tímidamente, respondió:
- Disculpe, maestra... Vi la flor y sentí su perfume; pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalase su aroma por más tiempo. Vi también la mariposa, suave, colorida, pero parecía tan feliz que no tuve el coraje de aprisionarla. Vi también el pichoncito caído entre las hojas, pero... al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre ... Por lo tanto, maestra, traigo conmigo el perfume de la flor, la sensación de libertad de la mariposa y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito.
- ¿Cómo puedo mostrar lo que traje?
La maestra agradeció a la alumna y le dio la nota máxima, considerando que había sido la única que logró percibir que sólo podemos traer el amor en el corazón.
(Anónimo)

domingo, 18 de octubre de 2009

Ser es lo único que hace falta

De paso…
Un señor viaja desde un pueblo muy lejano para consultar a un rabino muy famoso. Llega a la casa y advierte, sorprendido, que los únicos muebles de que dispone el rabino consisten en un colchón tirado en el piso, dos banquetas, una silla miserable y una vela, y que el resto de la habitación está absolutamente vacía.
La consulta se produce. El rabino le contesta con verdadera sabiduría. Antes de irse, intrigado por la escasez del mobiliario, el hombre le pregunta:
¿Le puedo hacer una consulta más?
Sí, por supuesto.¿Dónde están sus muebles?Dónde están los suyos... —es la respuesta.
¿Cómo dónde están los míos? Yo estoy de paso —dice el hombre sin terminar de comprender.
Y el rabino le contesta:
Yo también.
Sacado de De la autoestima al egoísmo de Jorge Bucay

sábado, 17 de octubre de 2009

Ser amad@ así es el triunfo

Verdadero amor
Un hombre de cierta edad vino a la clínica donde trabajo para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa, y mientras se la curaba le pregunté qué era eso tan urgente que tenía que hacer. Me dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Me contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un Alzheimer muy avanzado. Mientras acababa de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana.
-No, me dijo. Ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce.
Entonces le pregunté extrañado:
-Y si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas?Me sonrió y dándome una palmadita en la mano me dijo:
-Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella.
Tuve que contenerme las lágrimas mientras salía y pensé: "Esa es la clase de amor que quiero para mi vida. El verdadero amor no se reduce a lo físico ni a lo romántico. El verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya no es..."
(Anónimo)

viernes, 16 de octubre de 2009

No seas otra persona


"Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo.
El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino.Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.
La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble.
Entonces encontró una planta, una Fresia, floreciendo y más fresca que nunca... El rey preguntó:¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresias. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije: "Intentaré ser Fresia de la mejor manera que pueda".
Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mírate a vos mismo.
No hay posibilidad de que seas otra persona.
Podes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por vos, o podes marchitarte en tu propia condena..."

Sacado de … El Camino de la Autodependencia de Jorge Bucay

jueves, 15 de octubre de 2009

Domesticados...


“-...¿Qué significa "domesticar"?
-Ah!..., es una cosa muy olvidada-respondió el zorro- Significa "crear lazos".
-Crear lazos?-preguntó el principito.
-Así es-confirmó el zorro- Tú para mí, no eres más que un jovencito semejante a cien mil muchachitos. Además, no te necesito. Tampoco tú a mí. No soy para tí más que un zorro parecido a cien mil zorros. En cambio, si me domesticas..., sentiremos necesidad uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para tí único en el mundo...
-Creo que empiezo a entender-dijo el principito- Hay una flor... Creo que me ha domesticado.
-Es probable-contestó el zorro- En este planeta, en la Tierra, pueden ocurrir todo tipo de cosas...!
...Luego prosiguió:
-Mi vida es algo aburrida. Cazo gallinas y los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen como también los hombres se parecen entre sí. Francamente me aburro un poco. Estoy seguro que..., si me domesticas mi vida se verá envuelta por un gran sol. Podré conocer un ruido de pasos que será bien diferente a todos los demás. Los otros pasos, me hacen correr y esconder bajo la tierra. Pero el tuyo sin embargo, me llamará fuera de la madriguera, como una música. Mira! Puedes ver allá a lo lejos los campos de trigo? Yo no como pan, por lo que para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo nada me recuerdan. Es triste! Pero tú tienes cabellos de color oro. Cuando me hayas por fin domesticado, el trigo dorado me recordará a ti. Y amaré el sonido del viento en el trigo...
El zorro en silencio, miró por un gran rato al principito.
-Por favor... domestícame!-suplicó.
-Lo haría, pero... no dispongo de mucho tiempo-contestó el principito. Quisiera encontrar amigos y conocer muchas cosas.
-Sabes...? Sólo se conocen las cosas que se domestican-afirmó el zorro. Los hombres carecen ya de tiempo. Compran a los mercaderes cosas ya hechas. Y... como no existen mercaderes de amigos, es muy simple, los hombres ya no tienen amigos. Si realmente deseas un amigo, domestícame!
-Y... qué es lo que debo hacer?-preguntó el principito.
-Debes tener suficiente paciencia-respondió el zorro- En un principio, te sentarás a cierta distancia, algo lejos de mi sobre la hierba. Yo te miraré de reojo y tú no dirás nada. La palabra suele ser fuente de malentendidos. Cada día podrás sentarte un poco más cerca.
Al otro día el principito volvió:
-Lo mejor es venir siempre a la misma hora-dijo el zorro- Si sé que vienes a las cuatro de la tarde, comenzaré a estar feliz desde las tres. A medida que se acerque la hora más feliz me sentiré. A las cuatro estaré agitado e inquieto; comenzaré a descubrir el precio de la felicidad! En cambio, si vienes a distintas horas, no sabré nunca en qué momento preparar mi corazón... Los ritos son necesarios...”
EL PRINCIPITOAntoine de Saint-Exúpery

miércoles, 14 de octubre de 2009

Y todavía hoy unos se creen más auténticos que otros

LOS TRES ANILLOS
Teniendo necesidad de dinero, Saladín pensó ponerle una trampa a un rico judío que era su súbdito, para después sacarle algún dinero si caía en error.
Mandó, pues, llamarlo a su presencia, y le preguntó cuál era, según su parecer, la mejor religión. «Sí dice la judía, pensaba aquel infeliz, yo le diré que peca contra mi fe; y sí dice la sarracena, yo le diré: Entonces, ¿por qué practicas tú la judía?»
Pero escuchando la pregunta del soberano, aquel tal, que no era tonto, le respondió así:
«Señor, hubo una vez un padre de familia que tenía tres hijos muy queridos y tenía en su poder un anillo bellísimo, adornado con una gema preciosa, la mejor gema que existe en el mundo. Estos hijos suyos, cada uno le rogaba que a su muerte le dejase a él aquel adorno precioso; por lo tanto el padre deseoso de contentarlos, mandó secretamente a por un habilísimo orfebre. Y le dijo: “Maestro, tú tienes que hacerme dos anillos semejantes en todo a éste, con una gema idéntica en cada uno".
Y el orfebre lo contentó, e hizo dos anillos tan iguales al primero que nadie podía conocer cuál era el verdadero: nadie sino sólo el padre.
Entonces, el padre mandó llamar a los hijos, uno por uno, y a cada uno le entregó secretamente un anillo; de modo que cada uno creyó que tenía aquél bueno y ninguno sabía cuál era el verdadero, sino sólo el padre.
Así es con la fe, Señor. La Fe, tú lo sabes, son tres. El Padre que la dio a sus hijos, sabe bien cuál es la mejor. Pero los hijos, que somos nosotros, cada uno cree tener aquella buena; y el Padre sonríe a todos y quiere que cada uno lleve en el dedo aquel anillo que le ha dado.

Autor: De novellino. Anónimo del siglo XIII

martes, 13 de octubre de 2009

EL ABURRIMIENTO

Hola amigos, soy el aburrimiento... ¿Que no me conocéis? ¡Sí, hombre!, cómo no os vais a acordar de mí, con los momentos tan intensos que hemos vivido juntos...Soy el mejor amigo de muchos jóvenes como vosotros. Nuestra amistad suele surgir en esos momentos en que “matáis el tiempo” a base de sofá, en el salón de casa, jugando a la play o haciendo zapping... Es verdad que al principio os hacéis los remolones, pero casi siempre acabáis cayendo entre mis manos.
Como soy de ideas fijas, no me cuesta nada engatusaros, pues siempre os encuentro en el mismo sitio y, además, haciendo las mismas cosas (del salón de casa al cíber, del cíber a la zona de copas) ¡Qué fácil me lo ponéis!
Es verdad que a veces (suelen ser muy pocas) me hace la puñeta mi más firme enemigo: la creatividad, y alguno de vosotros rompéis conmigo, pero bueno, por ahora, no es un asunto preocupante...
Además, cuando las cosas se ponen chungas, pego un toque a dos de mis mejores colegas: a la indiferencia y al pasotismo y entre los tres... ¡os podéis imaginar, no se nos resiste nadie! Hasta hemos hecho un equipo: nos llamamos “los cansados de vivir”. Sois muchos los que preguntáis por nosotros y os vais acercando paulatinamente..., hasta que al final no os queda más remedio que solicitar el carné de socio...
Bueno, amigos, perdonadme que sea tan breve pero tengo mucho trabajo por hacer. Muchos jóvenes me esperan y no es cuestión de “hacerles un feo”... me entendéis ¿verdad?Para todos y cada uno de vosotros:
Un cariñoso bostezo
El aburrimiento
PD: Si en alguna ocasión la imaginación, el entusiasmo o las ganas de vivir os juegan una mala pasada y os entran deseos profundos por hacer algo nuevo, algo que no entra en nuestra filosofía de vida (la de los brazos, mente y corazón en huelga permanente), no os asustéis... Tumbaos tranquilamente a la bartola en el sofá de casa... ¡Se os pasará!
José María Escudero

lunes, 12 de octubre de 2009

Los lazos mentales que nos frenan

Una historia con camellos
Cuenta una historia, que un rico mercader salió a vender mercancías en compañía de sus servidores y con una caravana de 12 camellos.
De noche, pararon en un oasis y cuando el señor ya estaba listo para dormir, llegó su asistente y le dijo:
- Señor, tenemos un problema: Ya hemos amarrado 11 camellos pero olvidamos traer una estaca y no sabemos que hacer con el que nos falta.
- Muy sencillo, dijo el mercader: Simula delante del animal que clavas la estaca y lo amarras a ella. El camello, que es torpe, creerá que está sujeto y se quedará quieto.
Los servidores hicieron lo que dijo su señor y se fueron a dormir.
Al amanecer vieron que todos los camellos estaban en su lugar.
Fue de nuevo el asistente y le dijo al comerciante que tenían los camellos listos para partir, pero no podían poner en camino al camello número 12.
El señor les dijo que simularan desatarlo porque creía que estaba amarrado. Así se hizo y la caravana pudo proseguir su camino.
(Anónimo)

domingo, 11 de octubre de 2009

Sin prestar atención…

Un joven y exitoso ejecutivo paseaba a toda velocidad en su auto Jaguar último modelo, con precaución de no toparse con un chico cruzando la calle sin mirar, y al bajar la velocidad; sintió un estruendoso golpe en la puerta, y al bajarse vio que un ladrillo le había estropeado la pintura, carrocería y vidrio de la puerta de su lujoso auto.
Clavó los frenos, dio un brusco giro de 180 grados; y regresó a toda velocidad a donde vió salir el ladrillo que acababa de desgraciar lo hermoso que lucía su exótico auto.
Salió del auto de un brinco y agarró por los brazos a un chiquillo, y empujándolo hacia un auto estacionado; le gritó a toda voz:
- Qué rayos fue eso? ¿Quién eres tu? ¿Qué crees que haces con mi auto?.
Y enfurecido casi echando humo, continuó gritándole al chiquillo:
- Es un auto nuevo, y ese ladrillo que lanzaste va a costarte caro!!! ¿Por qué hiciste eso?.
- Por favor, Señor, por favor. Lo siento mucho!!!, no sé que hacer, suplicó el chiquillo. Le tiré el ladrillo porque nadie se detenía.. lágrimas bajaban por sus mejillas hasta el suelo, mientras señalaba hacia alrededor del auto estacionado.
- Es mi hermano, le dijo. Se descarriló su silla de ruedas y se cayó al suelo y no puedo levantarlo. Sollozando, el chiquillo le preguntó al ejecutivo:
- Puede usted, por favor; ayudarme a sentarlo en su silla?. Está golpeado, y pesa mucho para mí solito. Soy pequeño.Visiblemente impactado por las palabras del chiquillo, el ejecutivo tragó el nudo que se le formó en su garganta.
Indescriptiblemente emocionado por lo que acababa de pasarle, levantó al joven del suelo y lo sentó en su silla nuevamente sacando su pañuelo de seda para limpiar un poco las cortaduras y el sucio de sobre las heridas del hermano de aquel chiquillo especial. Luego de verificar que se encontraba bien, miró; y el chiquillo le dio las gracias con una sonrisa que no tiene posibilidad de describir nadie... - DIOS lo bendiga, señor...y muchas gracias le dijo.
El hombre vio como se alejaba el chiquillo empujando trabajosamente la pesada silla de ruedas de su hermano, hasta llegar a su humilde casita.
El ejecutivo no ha reparado aún la puerta del auto, manteniendo la hendidura que le hizo el ladrillazo; para recordarle el no ir por la vida tan de prisa que alguien tenga que lanzarle un ladrillo para que preste atención.
(Anónimo)

sábado, 10 de octubre de 2009

De qué le valió la riqueza?

La voz en la Caverna
Cuenta la leyenda que una mujer pobre con un niño en los brazos, pasando delante de una caverna escuchó una voz misteriosa que allá dentro le decía: “ Entra y toma todo lo que desees , pero no te olvides de lo principal. Recuerda algo: Después que salgas, la puerta se cerrará para siempre. Por lo tanto, aprovecha la oportunidad, pero no te olvides de lo principal…”
La mujer entró en la caverna y encontró muchas riquezas. Fascinada por el oro y por las joyas, puso el niño en el piso y empezó a juntar, todo lo que podía en su delantal.
La voz misteriosa habló nuevamente. “tienes solo ocho minutos”. Agotados los ocho minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas, corrió hacia fuera de la caverna y la puerta se cerró, recordó, entonces que el niño quedó allá y la puerta estaba cerrada para siempre.
!La riqueza duró poco y la desesperación…para el resto de la vida!.
(Anónimo)

viernes, 9 de octubre de 2009

Generosidad y mezquindad

Los rayos del Sol
El sol viajaba por el cielo, contento y triunfante en su carro de fuego, lanzando sus rayos por todo el mundo, cosa que provocaba la indignación de una nube con un humor tempestuoso, que lo criticaba de esta manera:
–¡Derrochador, más que derrochador! ¡Tira, tira tus rayos! ¡Ya verás cuántos te quedan al final!
En las viñas, cada grano de uva que maduraba en las cepas robaba un rayo por minuto, incluso dos; y no había ni un brote de hierba, ni una araña, ni una flor, ni una gota de agua... que no hiciera lo mismo.
–¡Tú mismo, deja que todos te cojan rayos! ¡Ya verás cómo te lo agradecerán cuando no tengas nada para dejarte robar! –insistía la nube.
El sol continuaba alegremente su viaje, regalando sus rayos por millares, por millones, sin medirse un ápice. Solamente al final del día contó los rayos que le quedaban. ¡Y no le faltaba ni uno solo! La nube, de la sorpresa, se deshizo en granizo. Y el sol se zambulló felizmente en el mar.

Adaptación de GIANNI RODARI

jueves, 8 de octubre de 2009

La telaraña de los buenos sueños

LEYENDA DEL ATRAPASUEÑOS
Hace mucho tiempo cuando el mundo era joven, un viejo líder espiritual Lakota estaba en una montaña alta y tuvo una visión. En esta visión Iktomi, el gran maestro bromista de la sabiduría apareció en la forma de una araña. Iktomi le hablo en un lenguaje sagrado, que solo los líderes espirituales de los Lakotas podían entender.
Mientras le hablaba Iktomi, la araña tomo un aro de sauce, el de mayor edad, también tenia plumas, pelo de caballo, cuentas y ofrendas y empezó a tejer una telaraña.
Él habla con el anciano acerca de los círculos de la vida, de como empezamos la vida como bebes y crecemos a la niñez y después a la edad adulta, finalmente nosotros vamos a la ancianidad, donde nosotros debemos ser cuidadosos como cuando éramos bebes completando el circulo.
Pero Iktomi dijo mientras continuaba tejiendo su red, en cada tiempo de la vida hay muchas fuerzas, algunas buenas otras malas, si te encuentras en las buenas fuerzas ellas te guiaran en la dirección correcta. Pero si tu escuchas a las fuerzas malas, ellas te lastimaran y te guiaran en la dirección equivocada.
Él continuó, ahí hay muchas fuerzas y diferentes direcciones y pueden ayudar a interferir con la armonía de la naturaleza.También con el gran espíritu y sus maravillosas enseñanzas.
Mientras la araña hablaba continuaba entretejiendo su telaraña, empezando de afuera y trabajando hacia el centro.
Cuando Iktomi termino de hablar, le dio al anciano Lakota, la red y le dijo: ve la telaraña es un circulo perfecto, pero en el centro hay un agujero, usa la telaraña para ayudarte a ti mismo y a tu gente, para alcanzar tus metas y hacer buen uso de las ideas de la gente, sueños y visiones.
Si tú crees en el gran espíritu, la telaraña atrapara tus buenas ideas y las malas se irán por el agujero.El anciano Lakota, le pasó su visión a su gente y ahora los indios Siux usan el atrapasueños como la red de su vida.
Este se cuelga arriba de sus camas, en su casa para escudriñar sus sueños y visiones.Lo bueno de sus sueños es capturado en la telaraña de vida y enviado con ellos, lo malo de sus sueños escapa a través del agujero en el centro de la red y no será más parte de ellos.
Ellos creen que el atrapasueños sostiene el destino de su futuro.
(Leyenda Siux)

miércoles, 7 de octubre de 2009

Obras mejor que proyectos y una larga discusión

El Faraón crió con amor y dedicación a sus hijos, dándoles la educación de futuros gobernantes a los varones y de princesa a la hija.
Pasados los años y crecidos sus hijos, el Faraón se enfrentó al dilema de escoger a su sucesor.Dado que todos habían nacido en el mismo parto, no había un primogénito a quién el derecho le correspondiese naturalmente.
Consultó con el Consejo de Ancianos:
- "Qué debo hacer ?, Cómo elegir a mi sucesor ?, Quizás deba dividir el Imperio en cuatro reinos para ser justo con todos ellos ?"
Los sabios respondieron:
- "No su majestad, dividir el Imperio implica debilitarlo y ello acarreará su destrucción, además, usted tuvo cinco hijos y sería injusto con su hija.
Lo mejor es hacer un Concurso entre ellos y el que traiga el Proyecto que más beneficie a Egipto, ese sea el escogido"S
atisfecho con la sabiduría del consejo recibido, el Faraón citó a sus hijos -incluida la hija- y les dijo:
- "Tienen seis meses para plantear el Proyecto más beneficioso para Egipto, quién así lo haga será elegido mi sucesor"
En ese mismo instante los cuatro varones se miraron suspicaces, surgiendo por primera vez entre ellos el recelo, el temor y quizás, hasta el odio mismo.
Seis meses después los cinco hijos se congregaron en el Salón del Faraón portando los varones gran cantidad de maquetas y planos y la hija una canasta vacía.
El Faraón escuchó por turno los Proyectos...cada cual superaba al anterior: Que un Sistema de Caminos para el Reino, Que un Sistema de Canales de Riego, Que un Sistema de Silos para las Cosechas, Que un Sistema de Puertos para el comercio...era difícil pensar en uno que superase en beneficios al otro.
La discusión para analizar el valor de cada uno, sin duda sería ardua, problemática y difícil.Sin embargo, al llegar el turno a la hija ésta mostró su canasta vacía y dijo:
- "Padre, yo traigo una canasta vacía que hoy vale tanto como las maquetas que has visto. Nadie puede decir qué obra es la mejor hasta no verla hecha y, para ese entonces el contenido de mi canasta podría superar en valor a cualquiera de ellos."
Todos quedaron sorprendidos por el enunciado, pero el Faraón y el Consejo de Sabios estuvieron de acuerdo en que discutir el valor de los Proyectos no tenía más sentido que discutir el valor del contenido de una canasta vacía.
Entonces la solución fue obvia: los recursos del reino se afectarían al desarrollo de los Proyectos durante dos años y, al cabo de ese tiempo se analizaría el beneficio real de cada obra para el Reino.
Pasaron los dos años de febril actividad y llegó el momento de presentarse al Salón del Trono.
Cada uno de los hijos venía orgulloso con gran cantidad de documentos y asesores para demostrar que su obra había sido la más beneficiosa al Reino...y la hija llegó con su canasta vacía...
A su turno cada hijo expuso el valor de las obras hechas: de cómo ahora el sistema de riego había aumentado las cosechas, de cómo ahora el sistema de caminos permitían que esas cosechas llegasen hasta el último rincón del Reino, de cómo ahora el sistema de silos permitía almacenarlas de modo limpio y seguro, de cómo ahora los nuevos puertos eran fuente de comercio y prosperidad.
Al llegar el turno de la hija, esta señaló su canasta y dijo:
- "Padre, tal como lo anuncié, el tiempo me permitiría dar valor al contenido de esta canasta... ahora lo ves, gracias a mi canasta vacía el Reino tiene canales, caminos, silos y puertos... sin ella sólo hubiésemos tenido Proyectos y una larga discusión para ver cual era el mejor sin que nunca ocurriese nada..."
Los cuatro hermanos se dieron vuelta sorprendidos y azorados y, tras un momento de vacilación se arrodillaron frente a su hermana...... Y así Egipto tuvo su primera Emperatriz...."

(Leyenda egipcia)

martes, 6 de octubre de 2009

Cómo preparar el viaje?

El mentecato
La historia comienza cuando un día el rey entre carcajada y carcajada se le ocurre hacer más patente a ojos de toda su corte la idiocia de su grotesco truhán. Para ello lo manda llamar y en presencia de todos le dice:
- Ven mi querido amigo, que tengo un mandado que haceros.
Y entregándole una varita le encomienda la siguiente misión:
-Ve por todo el reino, incluso allende los mares y busca a alguien que sea más idiota que tu, cuando lo encuentres le entregarás esta varita.
El simpático bufón obedeciendo al punto, se arma de su petate y con la varita en una mano y una canción entre sus labios sale raudo a cumplir la voluntad del rey. En la primera jornada llega a una aldea y allí empieza a formular toda clase de preguntas a los aldeanos. Primera decepción, pues todos aciertan en las respuestas. Bueno-piensa-No es motivo para el desánimo, quizá en la aldea siguiente encuentre a alguien que sea merecedor de esta varita, la varita del rey.
Y así pasan los días, los meses y unos cuantos años en los que el bufón casi ha llegado al fin de su viaje sin haber encontrado a alguien que de acuerdo al mandato del rey, fuera más mentecato que él. Cuando de súbito es alcanzado por un correo de la corte que había estado siguiendo sus pasos. El bufón toma la acartonada misiva y exclama:
Oh!, lleva el sello real, y el mensaje se expresa en términos graves...
-Querido amigo, te ruego regreses prestamente a Palacio pues necesito de tu presencia en estas últimas horas que me restan de vida.
El bufón visiblemente emocionado a la par que entristecido por la noticia obedece la orden del rey y en poco tiempo se encuentra a su lado. El rey al verlo le hace un gesto para que se aproxime a su lecho de muerte y le dice con gran esfuerzo:
-Ah! que alegría verte de nuevo, ya no me queda mucho mi querido truhán.
Al pequeño bufón, sin embargo, se le ocurre hacerle una pregunta, -Majestad, decidme, ¿os habéis preparado para este viaje?. Y el rey sin comprender muy bien lo que quiere decir le contesta- Pues no, no he hecho preparativo alguno.
Entonces el bufón sacando la varita de su bolsa la coloca entre las manos del rey. Por fin había encontrado a alguien más mentecato que él.
(Anónimo)

lunes, 5 de octubre de 2009

Aprender más de lo que nos enseñan

EL JUEGO DE AJEDREZ
El joven dijo al abad del monasterio:
Me gustaría mucho ser un monje, pero no he aprendido nada importante en la vida. Lo único que me enseñó mi padre fue a jugar al ajedrez, que no sirve para la iluminación. Además, aprendí que cualquier juego es un pecado.
Puede ser un pecado pero también puede ser una diversión, y quien sabe si este monasterio no está necesitando un poco de ambos - fue la respuesta.
El abad pidió el tablero de ajedrez, llamó a un monje y le ordenó jugar con el muchacho.
Pero antes de comenzar la partida, añadió:
- Aun cuando necesitemos diversión, no podemos permitir que todo el mundo se pase jugando al ajedrez. Entonces, solamente conservaremos aquí al mejor de los dos jugadores; si nuestro monje pierde, saldrá del monasterio y dejará la plaza para tí
.El abad hablaba en serio. El joven comprendió que jugaría por su vida y le vino un sudor frío; el tablero se convirtió en el centro del mundo.
El monje comenzó a perder. El muchacho atacó, pero entonces vió la mirada de santidad del otro, y a partir de ese momento comenzó a jugar mal a propósito. Al fin y al cabo prefería perder porque el monje podía ser útil al mundo.
De repente, el abad tiró el tablero al suelo.
-Tú aprendiste mucho más de lo que te enseñaron - dijo. - Te has concentrado lo suficiente para vencer, fuiste capaz de luchar por lo que deseabas. Después, tuviste compasión y disposición para sacrificarte en nombre de una noble causa. Sé bienvenido al monasterio, porque sabes equilibrar la disciplina con la misericordia.
Paulo Coelho

domingo, 4 de octubre de 2009

Qué monos somos…

El mono científico
En cierta isla de las Antillas, había una vez una casa y junto a ella, un bosquecillo. En la casa moraba un viviseccionista, y en los árboles una tribu de monos antropoides. Vino a suceder que uno de éstos fue capturado por el viviseccionista, que lo tuvo un tiempo metido en una jaula en su laboratorio. Allí, el mono tuvo ocasión de espantarse mucho de lo que vio, pero también de interesarse profundamente por todo lo que oyó. Como tuvo la fortuna de escaparse en una fase temprana del experimento (que tenía el número 701), y de volver con los suyos con apenas una ligera herida en una pata, en conjunto pensaba que había salido ganando.
Nada más volver, dio en llamarse a sí mismo doctor y empezó a importunar a sus vecinos con una pregunta: "¿Por qué no son progresistas los monos?".
—No sé qué significa progresista—dijo uno, y le arrojó un coco a su abuela.
—Ni lo sé, ni me importa —dijo otro, columpiándose de una rama próxima.
—¡ Oh, calla ya! —gritó un tercero.
—¡A paseo con el progreso! —dijo el jefe, un viejo conservador partidario de la fuerza física.
-Intentad portaros mejor siendo como sois.
Pero cuando el mono científico consiguió estar a solas con los machos más jóvenes, le escucharon con más atención.
—El hombre no es más que un mono que ha medrado —explicó, colgando de la cola de una rama alta—.
Al no disponer de un registro geológico completo, resulta imposible decir cuánto le tomó ascender, y cuánto nos tomaría a nosotros seguir sus pasos. Ahora bien, acometiendo enérgicamente in medias res un sistema mío propio, creo que conseguiremos asombrar al mundo. El hombre ha perdido siglos enteros con la religión, la moral, la poesía y otras zarandajas; tuvieron que pasar más siglos hasta que llegó a la ciencia como es debido, y sólo se ha iniciado en la vivisección anteayer. Nosotros lo haremos al revés, y empezaremos por la vivisección.
—¿Y qué es eso de la vivisección, por todos los cocos?
El doctor explicó en detalle lo que había presenciado en el laboratorio, y algunos de sus oyentes se mostraron encantados, pero no todos.
—¡Nunca había oído nada tan bestial! —exclamó un mono que había perdido una oreja en una riña con una tía suya.
—¿Y para qué sirve? —preguntó otro.
—¿Es que no lo veis? —dijo el doctor—. Viviseccionando a los hombres, descubriremos cómo estamos hechos los monos, y así progresaremos.
—¿Y por qué no viviseccionarnos unos a otros? —preguntó uno de los discípulos, de ánimo disputador.
— ¡Qué vergüenza! —exclamó el doctor—. No pienso quedarme sentado escuchando estas cosas; por lo menos, no en público.
—¿Pero y si se trata de criminales? —preguntó el disputador.
—Resulta sumamente dudoso que exista algo como el bien o el mal: así pues, ¿de dónde sacaríamos a tus criminales? —repuso el doctor—. Además, el público no lo permitiría. Y los hombres sirven exactamente lo mismo: es el mismo género.
—Parece cruel para los hombres —dijo el simio con una sola oreja.
—Para empezar —dijo el doctor—, ellos dicen que nosotros no sufrimos y que somos lo que llaman autómatas; así que yo tengo perfecto derecho a decir lo mismo de ellos.
—Eso son tonterías —intervino el mono disputador—, y además, resulta autodestructivo. Si no son más que autómatas, nada pueden enseñarnos de nosotros mismos; y si nos pueden enseñar algo acerca de nosotros, ¡por todos los cocos!, entonces tienen que sufrir.
—Soy de tu opinión en buena medida —dijo el doctor—, y de hecho ese razonamiento es bueno sólo para las revistas mensuales. Admitamos que sufren. Bueno, pues lo hacen en el interés de una raza inferior necesitada de ayuda: nada puede haber más justo. Y además, sin duda haremos descubrimientos que les resultarán útiles a ellos mismos.
—¿Pero cómo vamos a descubrir nada —inquirió el disputador—, cuando ni siquiera sabemos qué tenemos que buscar?
—¡Que me corten la cola —gritó el doctor, irritado hasta perder la compostura—, si no eres el mono de mente menos científica de todas las Islas de Barlovento! ¡Saber qué buscar, estaría bueno! La verdadera ciencia no tiene nada que ver con eso. Se va viviseccionando, por si acaso; y si se descubre algo, ¿no es uno mismo el primer sorprendido?
—Tengo un último reparo —dijo el disputador—, y mira que no es que no piense que podría resultar bien divertido, pero los hombres son fuertes, y además tienen esas armas suyas.
—Por consiguiente, cogeremos bebes —concluyó el doctor. ¡ Esa misma tarde, el doctor volvió al jardín del viviseccionista, sustrajo una de sus navajas por la ventana del tocador y después, en una segunda expedición, se llevó a su bebé del moisés de la habitación de los niños.
Se armó un buen jaleo en las cimas de los árboles. El mono de una sola oreja, que era un tipo bondadoso, acunó al bebé en sus brazos; otro le llenó la boca de nueces, y se dolió al ver que no se las comía.
—No tiene sentido común —dijo.
—Ojalá no llorara —dijo el mono de una sola oreja—, ¡se parece muchísimo a un mono!
—Basta de niñerías —dijo el doctor—, dadme la navaja.
Pero al oír esto, el mono de una sola oreja perdió el ánimo, le escupió al doctor, y huyó con el bebé a la copa del árbol de al lado.
—¡Anda y viviseccionate a ti mismo! —gritó el mono de una sola oreja.
Toda la tribu empezó a perseguirlo, chillando; el jaleo atrajo al jefe, que andaba por el vecindario, espulgándose.
—¿Qué está pasando? —gritó el jefe. Y cuando se lo hubieron contado, se pasó la pata por la frente, y empezó a dar voces—: ¡Por todos los cocos! ¿Qué pesadilla es ésta? ¿Cómo pueden unos simios rebajarse a tamaña barbaridad? ¡Devolved ese bebé a su sitio!
—No tienes una mente científica —le dijo el doctor.
—No sé si tengo una mente científica o no —replicó el jefe—, pero sí tengo un palo bien gordo y como le pongas una zarpa encima a ese bebé, te romperé la cabeza con él.
Así que llevaron al bebé al jardín ante la casa. El viviseccionista (que era un estimable hombre de familia) se llenó de contento, y fue tal su alivio, que emprendió tres nuevos experimentos en su laboratorio antes de que hubiera acabado el día.
Una fábula de Robert Louis Stevenson

sábado, 3 de octubre de 2009

A buen entendedor, pocas palabras

El lego sabio
El Padre Guardián de un convento, predicó una tarde un sermón en contra del Rey de aquella monarquía, diciendo entre otros improperios, que era un facineroso y un ladrón de los pobres. Súpolo su Sacrarreal, y lo hizo llamar en el acto. El Padre Guardián presentose temblando de pavor, pues ya sabía la causa del llamamiento.
—¡Hipócrita Guardián! —díjole el Rey—. ¿Conque has dicho en el púlpito que soy un ladrón, un facineroso y otros insultos más? ¿Qué contestas? Nada, ¿verdad? Bien, pues mira: no te mando quemar vivo en el acto, aunque bien lo mereces, pero sí vas a contestarme en el término preciso de veinticuatro horas, tres preguntas a satisfacción mía y de toda mi familia y nobles de mi reino. Si no te presentas o contestas mal a éstas preguntas, en el acto serás decapitado. Toma asiento y escribe.
El Padre Guardián con timidez y temblorosa mano cogió la pluma y se dispuso a obedecer.Primera pregunta: ¿Cuánto vale el Rey?Segunda: ¿Hasta dónde llega el poder del Rey?Tercera y última: ¿En qué está pensando el Rey?
Después de que el Padre Guardián escribió las tres, le dijo el Rey:—Retírate y ten presente la pena que tienes impuesta si no cumples con tu consigna.Poco faltó al Padre para caer privado de sentido; dobló el papel, saludó y se fue. Llegó al convento, entró a su celda y se puso a estudiar aquellas tres preguntas. Registró todos sus libros, para ver si podían darle alguna luz para contestar aquellas frases. Pensó muchísimo, todo en vano. En la noche no rezó, no cenó ni durmió por sólo pensar de qué manera contestaría aquellas preguntas tan sumamente difíciles de resolver.
Amaneció el día, y el temor y agitación del Padre Guardián crecieron doblemente. A las doce de la mañana se cumplía el término fijado para contestar las preguntas y por consiguiente para que diera fin su vida, pues no tenía qué responder. Como a las nueve oyó tocar a su puerta. ¡Un salto le dio el corazón! Pero se serenó luego al oír la voz del leguito que le servía, diciendo:
—Su Reverencia, ábrame la puerta, soy yo. Le traigo su chocolatito.
—Qué chocolate ni qué nada —contestó—. Vete.
—Pero su Reverencia, ¿qué cosa le sucede?
—¡Vete!
—Ábrame la puerta.
—Que te vayas.
—Pero su Reverencia...
Por fin, tanto suplicó el Lego que el Guardián le abrió la puerta para que no le importunase más.
—Vaya, entra —le dijo.
—Tome su chocolatito.
—¿Eres un tonto, o te gozas en desesperarme?
—Pero, ¿por qué, su Reverencia?
—¿Por qué? ¿por qué…? ¡Anda vete!
El Lego dijo entre sí:
—Desde ayer está así. ¡No cabe duda, se ha vuelto loco! —Y se puso a llorar.
—Que te vayas, te digo —exclamó el Guardián.
—Pero su Reverencia, tome antes su chocolatito; desde ayer no come nada.
—¿Y qué te importa?
—¿Pero, dígame qué le sucede?
—Bien, te lo diré para que me dejes. Te acordarás que prediqué hace dos días en contra del Rey.
—¡Ave María Purísima! Sí me acuerdo, y el Rey lo supo y...
—Sí, y me van a decapitar dentro de pocos segundos; a las doce, si no le contesto unas preguntas.
—¡Ay Dios mío! ¿Y qué preguntas son?...
—Para qué quieres saber, tú no me has de salvar.
—Quién sabe, su Reverencia, quién sabe si…
—¡Quita allá, iluso!
—¡Enséñeme las preguntas!
—Eres necio como pocos; ahí están.Y le dio el malhadado papel.
El Lego leyó aquellas preguntas, arqueó las cejas, pensó tres o cuatro segundos y terminó por soltar la carcajada.
—¿Acaso estás loco?
—¡No, su Reverencia, qué loco! ¡Deme sus hábitos!
—¿Qué vas a hacer?
—A contestar por su Reverencia.
—¡Eres un zoquete! ¿Tú vas a contestar las preguntas?
—Deme sus hábitos.
—Bien, tómalos.Y se despojó el Guardián, vistiéndose el Lego.
—¿Y si te reconocen?
—No importa; si acaso por desgracia, que no lo creo, me va mal, yo doy con mucho gusto la vida por su Reverencia. Pero no, no; voy a salir triunfante. ¡Ya verá su Reverencia!
—Adiós, su Reverencia.
—¡Anda, bendito de Dios!
El Lego llegó al Palacio y al cruzar por los corredores, arrancó una florecita de una de las macetas que había allí y se la ocultó en la manga. Al penetrar en el salón donde se hallaba el Rey, no lo conocieron, porque llevaba puesto el capuchón. En aquel suntuoso salón estaba el Rey con toda su corte, consejeros, dignatarios, académicos, grandes nobles, distinguidas familias de la aristocracia, todos invitados por su Sacrarreal Majestad, para escuchar las dificilísimas respuestas que tenía impuestas el Guardián. A la mitad del salón, estaba una tribuna, allí había de subir el Guardián. Cerca de la tribuna se miraba la mesa del juez: éste y su secretario dispuestos a firmar la sentencia de muerte. La situación del Lego era más que difícil. Temblaba de miedo, pero hizo un esfuerzo inaudito y se repuso algo.
—Buenos días, su Sacrarreal Majestad —dijo respetuosamente.
—¡A la tribuna! —contestó el Rey.
El Lego obedeció con resignada humildad.
—Comienza con las preguntas —dijo— ya sabes que si no contestas ninguna de ellas se te dará la muerte en el acto.
Tocan la campanilla y se escucha una voz imperiosa:
—¿Cuánto vale el Rey?
—Quince reales nada más —contestó el Lego con seguridad.
—¡Quince reales! ¡infame! ¡La sentencia!
Permítame su Sacrarreal: voy a demostrarlo y os convenceréis.
—Bien, contestó el Rey, y si no lo haces así, ya sabes que obrará la justicia.
—Sí, su Sacrarreal. Cristo nuestro Dios ¿no es cierto que era Rey del Cielo y de la Tierra? ¿Y en cuánto fue estimado? ¿Verdad que en treinta reales lo vendió Judas? Pues sacad la cuenta: Dios era Rey del Cielo y de la Tierra; vos, no lo sois más que de una Nación, ni siquiera de todas. Así pues, os hago favor, y valéis quince reales que es mitad de treinta. ¿Estáis?
Un murmullo de aprobación se levantó de todos los asientos.
—Me has fundido —exclamó el Rey.
Suena la campanilla para la segunda pregunta:
—¿Hasta dónde llega el poder del Rey?
—Hasta... ¡nada! —respondió el Lego.
—¿Con qué no tengo poder? Basta ya de insultos a mi real persona. Firma la sentencia —le dijo al Juez.
—Un momento su Sacrarreal. Voy a demostrarlo también.
El Rey hizo una señal al Juez para que esperarse. Bajó el Lego de la tribuna, sacó la florecita que cortó de la maceta de los corredores, y se acercó al Rey, dándosela:
—Si poderoso en su Sacrarreal, imíteme esta florecita en el acto.
La tomó el Rey y se fue pasando de mano en mano. Todos hacían indicios de satisfacción y no pudiendo contenerse, aplaudieron estrepitosamente al Lego. El Rey desesperado, se mesaba los rizos de su cabellera y exclamaba:
—¡Ah, maloso fraile! ¡Tienes talento, no hay duda! Pero en esta última pregunta sí no escapas, prepárate a morir, y contesta: ¿En qué está pensando el Rey en este momento?
—¿En que ha de estar pensando? ¡En el Guardián que ha salido victorioso!
—¡Abajo, abajo de la tribuna! Has triunfado por completo, cabalmente en eso estaba pensando: ¡en tu talento! ¡vete pronto de mi presencia!
Una salva nutridísima de aplausos y aclamaciones resonó en la sala. El Lego salió loco de júbilo.¿Cómo quedaría el Rey? Se le ocurrió luego no dejar libre al dizque Guardián saliéndose con la suya, como dicen, y tratando de vengarse, lo mandó llamar inmediatamente.Por la escalera iba el Lego, cuando le salió al paso un vasallo:
—Llama a su Reverencia el Rey.
El Lego subió otra vez:
—¿Qué manda su Sacrarreal?
—Ya que tú me diste las contestaciones a mis preguntas y el auditorio quedó satisfecho, ahora vas a dárselas a mi retrato que está en la pieza contigua, y con lo que él te diga vienes a darnos razón: en la inteligencia de que si cuentas una mentira, tienes pena de la vida.
El Lego frunció el entrecejo como para querer condensar su pensamiento o tal vez para demostrar lo difícil de su situación. Comprendió que aquello bien podría ser una trampa. Y era de suponerse. El marco del retrato por sí solo no respondería, pero podría estar combinado con alguna entubación acústica, y entonces de lo que se trataba era de poner a prueba su valor, desde el momento en que tenía que hablar con una materia inanimada. Además, él había derrotado al Rey y éste trataba de vengarse. En consecuencia, aquello era un ardid por el que tenía que caer irremisiblemente en las garras el vencido.
Su situación era angustiosa, sumamente angustiosa.
De todo el auditorio se cruzaban miradas y sonrisas al ver al pobre Lego que acongojado y triste permanecía en silencio, inmóvil como estatua y sin saber qué contestar.
El Rey, impaciente ya de su silencio, con un tono severo le dijo:
—Os espera el patíbulo si no me obedecéis. ¡Cumplid con lo que mando!
—Voy, Señor, con vuestro permiso.
Como era muy sabidillo, se le ocurrió un ardid muy ingenioso. Regresó a la sala del juicio muy silencioso aparentando tristeza y dijo:
—Gran Rey, tu retrato no me contestó palabra alguna, como tampoco le contestó el caballo Bayardo al Conde Orlando cuando le preguntó por el paradero de su amo:
—Ay, buen caballo, ¿dónde está Reinaldo?¿Dime dónde está? No me lo estés callando.
Así el conde al caballo preguntaba.Y no le respondió porque no hablaba.
—¿Me estás diciendo animal? —le preguntó el Rey muy indignado.
—Pues a buen entendedor, pocas palabras —replicó el Lego.
—Gran bestia —le dijo el Rey— ¿acaso los animales hablan?
—¡Gran Rey! y qué… ¿los retratos hablan?
Una nutrida salva de aplausos se dejó escuchar de todo el auditorio. El Rey quedó bastante avergonzado, pero para no demostrarlo, tomó un semblante afable y con gran entusiasmo le dijo al Lego:
—¡Un abrazo! ¡Un abrazo! ¡No hay otra inteligencia como la tuya! Dejadle señores. Te nombro mi secretario particular.
En este momento, el Lego se descubrió el rostro, y dio las gracias al Rey diciéndole:
—Ya veis que no soy el Guardián. Yo he venido por él, porque está enfermo; de modo que haced de cuenta que él he sido yo.
—¿Y tú quién eres?
—Soy su Lego, su criado, y lo amo como a mi padre.
—Bien —repuso el Rey— tu Guardián está a salvo, puesto que tú lo has desempeñado con ingeniosa viveza.
—Gracias, su Sacrarreal. Permitidme ahora que avise a mi pobre Guardián porque ha de estar afligido, creyendo tal vez que he salido mal en las preguntas.
—Bueno, vuelve, para darte tu despacho de secretario.Y se fue el Lego loco de dicha a dar parte a su Guardián de todo lo acaecido.
Al día siguiente el Lego recibió su despacho y pasó a ocupar su cargo en la corte del Rey, donde espera las órdenes del amable lector para recitarle otro cuentecito.
Fin.
(Anónimo)

viernes, 2 de octubre de 2009

Qué necios somos los humanos …

El tintero y la pluma
En el escritorio de un poeta había un tintero que se daba mucha importancia. Decía: "Es increíble la de cosas hermosas que salen de mí. Con una gota de mi tinta se llena una página. ¡Y cuántas cosas magníficas se pueden leer!" La pluma, resentida replicó: "¿No comprendes, tonto, que tú solamente pones la materia prima? Soy yo la que escribo con tu tinta. ¡La pluma es la que escribe!".
Volvió el poeta, que había ido a un concierto, y con la música se había inspirado- Y escribió en una hoja: "Qué necios serían el arco y el violín si pensaran que son ellos los que tocan!
Justo López Melús

jueves, 1 de octubre de 2009

Domesticados …

Un hombre pasó varios años en una cárcel de China. Un día, en el taller de la prisión en el que trabajaba, encontró unos pequeños trocitos de alambre que brillaban entre las virutas del suelo. Empezó a recogerlos y a guardarlos en una botella que tenía en su habitación para alegrar un poco la celda. Finalmente salió de la prisión después de años de confinamiento, llevándose consigo la botella llena de alambres como recuerdo del tiempo que había pasado allí. Convertido en un hombre mayor que ya no tenía edad para trabajar, seguía levantándose todos los días exactamente a la misma hora a la que el guardián había decretado que los prisioneros debían levantarse y yéndose a dormir a la hora en que solían apagarse las luces de la prisión. Se movía dentro de sus habitaciones siguiendo los mismos patrones que había seguido cuando estaba confinado en su celda; cuatro pasos a adelante y cuatro pasos atrás. Después de algún tiempo haciéndolo, un día su frustración le hizo romper la botella que se había llevado como recuerdo. Y pudo ver cómo la masa de alambres oxidados había adoptado la forma de la botella.
(Bette Bao Lord)