Un mundo de ILUSIONES

Este lugar es habitado por las niñas y los niños perdidos liderados por el héroe o quizás heroína, Peter Pan. La población de dicho país agrupa también a temibles piratas como el Capitán Garfio y salvajes indios. Otros tipos de seres como el hada, Campanilla y el Cocodrilo que se llevó la mano del Capitán Garfio habitan este lugar donde el tiempo no avanza y las aventuras predominan por cualquier rincón. De acuerdo con la leyenda, si alguien desea llegar a este lugar deberá de girar la segunda estrella a la derecha, volando hasta el amanecer.

lunes, 18 de enero de 2010

Las prisas no siempre son buenas.

En un pequeño pueblo al lado del mar, vivía un hombre en una cabaña. Una mañana decidió ir a recolectar cocos. Así que se levantó temprano, cogió su caballo y se fue al lado de la playa, donde había muchas palmeras. Cuando llegó, vio que había tenido mucha suerte porque las palmeras estaban llenas de cocos. Con algunas dificultades subió a la que tenía más cerca y fue cogiendo los cocos que había en la copa. Cuando acabó con ésta, hizo lo mismo con la segunda palmera. Y así siguió hasta que tuvo una montaña muy grande de cocos. El hombre estaba muy contento porqué había conseguido muchos cocos. Los fue colocando sobre su montura, pero había tantos que casi no cabían y el pobre animal iba muy cargado.
Empezó a caminar hacia el pueblo, pero como no estaba muy seguro del camino que había tomado, decidió preguntar a un chico con el que se cruzó:
- Oye chico, ¿te puedo hacer una pregunta?- El joven, que parecía muy despierto, se paró y le contestó con una sonrisa:
- Claro.
- ¿Sabes cuánto tiempo tardaré en llegar al pueblo por este camino?
El chico miró al hombre y después a su caballo. Y tras pensar un momento respondió:
- Si vas lento, llegarás muy temprano. Pero si vas rápido, tardarás todo el día.
Y sin decir nada más siguió su camino.
El hombre se quedó muy extrañado con esa respuesta y no le creyó. Por eso decidió espolear a su caballo para ir más deprisa. Pero al cabo de pocos metros tuvo que parar. Con las prisas, los cocos que sobresalían le habían caído. Así que amarró al caballo y volvió a colocar los cocos en su sitio. Para recuperar el tiempo que había perdido, hizo que el caballo todavía fuese más rápido. Pero los cocos volvieron a caer, aún más deprisa que antes. Y así siguió una y otra vez todo el camino. Recogía los cocos, hacía ir más deprisa al caballo y volvían a caerse. Por eso, cuando llegó al pueblo ya era de noche.
Ya en su casa se lamentó de lo que le había costado volver y dio la razón al chico con el que se había cruzado. Si no hubiera ido con tantas prisas, los cocos no se le habrían caído y hubiera llegado mucho antes.
(Anónimo)

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