Un mundo de ILUSIONES

Este lugar es habitado por las niñas y los niños perdidos liderados por el héroe o quizás heroína, Peter Pan. La población de dicho país agrupa también a temibles piratas como el Capitán Garfio y salvajes indios. Otros tipos de seres como el hada, Campanilla y el Cocodrilo que se llevó la mano del Capitán Garfio habitan este lugar donde el tiempo no avanza y las aventuras predominan por cualquier rincón. De acuerdo con la leyenda, si alguien desea llegar a este lugar deberá de girar la segunda estrella a la derecha, volando hasta el amanecer.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Bondad y agradecimiento

Un muchacho pobre vendía mercancías de puerta en puerta para pagar su escuela. Y resultó que un día, después de una jornada entera de trabajo, se encontró con los bolsillos y el estómago vacíos. Rendido por la fatiga, decidió pedir comida en la siguiente casa que tocara. Pero sus nervios lo traicionaron cuando una linda jovencita salió a abrirle la puerta. Sólo fue capaz de pedirle un poco de agua. La chica miró su aspecto. Parecía hambriento. Y, en vez de agua, le trajo un gran vaso de leche. Él lo bebió despacio, y después le preguntó: “¿Cuánto le debo, señorita?”. “No me debes nada –contestó ella—. Mi madre siempre nos ha enseñado a no aceptar nunca un pago por una caridad”. El joven le dijo: “Entonces, te lo agradezco de todo corazón”. Cuando el joven se fue de la casa, se sintió un poco reestablecido físicamente y, sobre todo, notó que había aumentado su fe en Dios y en la bondad de los hombres. Había estado a punto de rendirse y de abandonarlo todo. Este joven se llamaba Howard Kelly.
Años después, la muchacha enfermó gravemente. Los doctores del lugar estaban confundidos porque se trataba de una enfermedad bastante rara, y decidieron mandarla a la capital para que la vieran los mejores especialistas. Uno de los médicos que la atendió se interesó mucho del caso y prometió hacer todo lo posible para salvar su vida. Después de una larga lucha contra la enfermedad, por fin, ganó la batalla.
El doctor pidió a la administración del hospital que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla. Y después le envió la cuenta a la enferma. La chica tenía mucho miedo abrirla porque sabía que las consultas, intervenciones quirúrgicas y medicinas de su tratamiento habían sido sumamente costosas, y ella no tenía aquella cantidad. Sólo con las ganancias del resto de su vida podría pagar todos aquellos gastos. Finalmente dio un hondo suspiro y abrió el sobre. La factura decía: “Totalmente pagado desde hace muchos años... con un vaso de leche. Firmado: Dr. Howard Kelly”. Lágrimas de alegría inundaron los ojos de la muchacha y, con el corazón rebosante de felicidad, dio gracias a Dios y al doctor Kelly por tanta caridad y benevolencia.(Anónimo)

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