Un mundo de ILUSIONES

Este lugar es habitado por las niñas y los niños perdidos liderados por el héroe o quizás heroína, Peter Pan. La población de dicho país agrupa también a temibles piratas como el Capitán Garfio y salvajes indios. Otros tipos de seres como el hada, Campanilla y el Cocodrilo que se llevó la mano del Capitán Garfio habitan este lugar donde el tiempo no avanza y las aventuras predominan por cualquier rincón. De acuerdo con la leyenda, si alguien desea llegar a este lugar deberá de girar la segunda estrella a la derecha, volando hasta el amanecer.

martes, 9 de diciembre de 2008

Sembrar futuro


SEMBRAR EL FUTURO

En un oasis escondido se encontraba el viejo Eliahu de rodillas, al lado de unas palmeras datileras. Su vecino Hakim lo encontró sudando y escarbando en la arena.
- ¿Qué haces aquí con este calor?
- Estoy sembrando dátiles – contestó el viejo.
- ¡Dátiles! – repitió Hakim-. El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a beber una copa de licor.
- No, debo terminar la siembra.
- Las datileras tardan más de cincuenta años en crecer, y solo cuando se convierten en palmeras adultas dan frutos. Ojalá vivas hasta los ciento un años, pero sabes que difícilmente podrás llegar a cosechar algo de lo que hoy estás sembrando. Deja eso y ven conmigo.
- Mira, Hakim; yo he comido los dátiles que sembró otro, que tampoco soñó con comer esos dátiles. Yo siembro hoy para que otros puedan comer mañana. Sólo en honor de ese desconocido vale la pena terminar la tarea.
- Me has dado una gran lección, Eliahu. Déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza.
- Gracias, Hakim. Ya ves, a veces pasa esto. Tú me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. Parecía cierto, pero, fíjate, no he acabado de sembrar y ya he cosechado unas monedas y la gratitud de un amigo.
- Tu sabiduría me asombra. Ésta es la segunda lección, que me das hoy, y quizás es más importante que la primera. Déjame pues que te la pague con otra bolsa de monedas.
- Y a veces pasa esto- siguió el anciano-, sembré para no cosechar y, antes de sembrar, coseché no sólo una, sino dos veces.
- Ya basta, viejo. No sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas temo que mi fortuna no sea suficiente para pagarte…
De Déjame que te cuente, de Jorge Bucay

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